La declaración generó un intenso debate, ya que el término es utilizado por los movimientos anti-aborto. Además, se prohibió la presencia de saleros en las mesas de restaurantes.

Mientras en otros lugares del país y del mundo se avanza a pasos agigantados en lo que se refiere a libertad de vientre, el Concejo Deliberante, a pedido de la concejal oficialista Adelaida Muñiz, declaró a la ciudad de San Luis “pro-vida”, término que, por más bonito que suene, es la bandera de los movimientos anti-aborto.

“Declarar Pro Vida a la ciudad de San Luis significa la reafirmación del compromiso de esta comunidad con la vida de todos los seres humanos… Queremos proteger al ser humano en el vientre de su madre, hoy en peligro inminente”, son algunas de las cosas que propone este proyecto de declaración que pretende combatir la “sensación de angustia” que genera “un embarazo inesperado” con métodos tan abstractos y fantasiosos como la “educación por el amor y la responsabilidad”.

Obviamente, el tema generó un más que caluroso y extenso debate, durante el cual, el concejal opositor Francisco Guiñazú hizo una más que interesante observación, destacando la ironía de que se declare pro-vida a una ciudad donde hay “normas sancionadas vinculadas con desinstitucionalización de los niños, de los enfermos y de nuestros abuelos”.

Por su parte, la opositora Moira Ponce señaló lo ambiguo del articulado del proyecto de Muñiz, ya que, más allá de decir que la “ciudad” rechaza las drogas, el conducir a alta velocidad, el aborto y el deterioro medioambiental, nunca dice exactamente cual va a ser el rol del Estado. “El tema es cómo se va a actuar. Uno debe decir de qué se está hablando y como actúa el Estado en consecuencia. La declaración no va a la cuestión de fondo”, sostuve la concejal, quien luego se abstuvo de votar.

Después de casi dos horas de debate, el proyecto quedó aprobado por 7 votos positivos (todo el oficialismo más Guiñazú), 3 abstenciones (los opositores Ponce, Alfonso Vergés y Néstor Menéndez) y uno negativo (Raúl Ruffa). 

En otro orden de cosas, se aprobó por unanimidad un proyecto de ordenanza, presentado por Muñiz, Carlos Rosso y Zulema Rodríguez Saá, que prohíbe “la presencia de saleros en las mesas de restaurantes y bares, con el fin de fomentar hábitos alimenticios mas saludables”. Al igual que las otras tantas ciudades en que se ha aprobado esta medida, los saleros quedarán “disponibles a solicitud de los clientes”.