De todos modos, el único reclamo netamente local fue el de una mujer que le pidió a la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, firme “de una vez por todas” la prórroga de la Promoción Industrial para nuestra provincia, San Juan, Catamarca y La Rioja. “Solo falta que la señora Presidenta lo reglamente para que San Luis siga con Promoción Industrial. Si esto no ocurre, miles de personas van a quedar sin trabajo. Esto, solamente lo tiene que resolver la Presidenta”, dijo Eugenia Bustos, trabajadora de la Unión Industrial de San Luis.
“Basta de robarnos. Nos roban, la inseguridad, ¿para que voy a seguir si es una lista tremendamente larga lo que nos hacen? Por los jubilados, por los chicos discapacitados, por todo”, dijo Mariela, una sexagenaria que también dirigió su reclamo a la oposición nacional. “No solamente que no presenta proyectos, sino que no nos sentimos defendidos para nada”, disparó la mujer.
“Por la libertad de expresión. Aunque sea muy joven, ya veo los atropellos que hay a nuestros derechos”, dijo María Luz, una adolescente que opinó, entre otras cosas, que el voto a 16 es “algo completamente desubicado”. “Uno es muy joven y no tiene todavía la conciencia para elegir a su representante”, comentó la joven.
Después de media hora “caceroleando” frente a la Catedral, la marcha comenzó a movilizarse alrededor de la plaza Pringles, momento en que alcanzó su mayor convocatoria. En su punto más álgido, la manifestación copó las anchas calles que rodean la plaza a lo largo de 2 cuadras, por lo que se estima que, en ese momento, había claramente más de 2.500 personas, rayando las 3 mil. Al ritmo de “se va acabar, se va acabar, la dictadura de los K”, la cabecera retornaba a Rivadavia y Pringles, mientras que la cola recién doblaba la esquina de Junín y San Martín. Es normal que una segunda marcha convoque a muchas más gente que la primera, más aún cuando la anterior fue casi un experimento social al ser organizada a través de Facebook y Twitter, pero lo de anoche parece haber superado todas las expectativas.
Ya cerca de las 21 horas, cuando el grueso de la gente estaba frente a la Catedral, los manifestantes se detuvieron y comenzaron a cantar, a capella, las estrofas del Himno Nacional Argentino. Apenas terminó la Canción Patria, se largó una lluvia de gordas gotas que, a pesar de haber sido sumamente breve, alcanzó para desconcentrar a la gran mayoría de la gente, para alivio de Ponce. De igual manera, muchos se quedaron y siguieron cantando bajos sus paraguas cubiertos de Banderas Argentinas, pero nadie propuso ir a manifestarse frente a la Municipalidad, como ocurrió en septiembre.
Los que opinaban distinto
“Estos chetos quieren fundir al país con tal de que les financien los dólares”, sentenció Marisa, una mujer que justo salía del Carrefour, con bolsas llenas de mercadería, cuando la marcha terminaba de pasar por el frente. “No tienen hambre y a ninguno le falta trabajo, se quejan porque quieren viajar al exterior y quieren el dólar barato”, agregó la indignada señora.
“La veo muy mal a esta situación. Yo trabajo de artesano y cuando puedo, porque ahora estoy quebrado, de albañil. Yo trabajo en negro, pero me gusta que el kirchnerismo me da la asignación para mis hijos y a mi hermana le regalaron una computadora. Hay gente que se queja de los impuestos, quieren que se los levanten así pueden ganar más, y están mejor vestidos que yo, pero yo no estoy protestando”, fue el testimonio de Hugo, un humilde vendedor de artesanías que vio con ojos incrédulos pasar la marcha.
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