Según contaron vecinos de la ex cerámica, desde hace meses que venían teniendo problemas con “El Porteño”. “Tenía denuncias por agresión porque le pegaba a la mujer embarazada. Después fue y le hizo kilombo al padre de la chica y andaba todo el día con ese fierrito en la mano, tirando tiros. Es un drogado, un rastrero. Vino de Buenos Aires porque lo andaban buscando para matarlo”, contó Mónica Aballay, la mamá de Esteban, quien desde hace 8 años vive en la ex cerámica junto a sus 8 hijos.

A pesar de esto, parece que Ibarra era popular entre los adolescentes de la zona. De hecho, vivía junto con algunos de ellos en el primer piso del predio de la ex fábrica, al cual se accede por un hueco en la pared y una “escalera” de hierros, y era un gran amigo de Esteban, a quien, según cuentan los vecinos, terminó matando en ese mismo lugar.

Ahora, el porqué le disparó a Estevan es algo que nadie tiene muy en claro, pero todos los relatos apuntan a que fue un accidente. “Un chico que estaba ahí le estaba mostrando un tatuaje que se había hecho. Y Pablo le dice, ‘mirá que te voy a pegar un tiro en el tatuaje’. El chico este le bajó el arma y cuando se la sube, el chico se corre y se la puso a mi hermano”, contó la hermana mayor de Esteban.

“Se corrió al que estaba apuntando y le pegó a mi hijo que estaba atrás. Iba bajando y se desvaneció. No es como dice ahí en el Diario (de la República), no fue por pelea. Todo mentira. No fue por pelea porque jamás tuvo mi hijo una pelea con nadie”, comentó desconsolada Mónica.

“Para mi fue un accidente, pero con las armas no se juega, y menos apuntarle a un menor. Pablo había estado más temprano amenazando con el arma, a mi hijo le había gatillado dos veces”, opinó Cristina Farías, vecina de la zona.

El arma en cuestión, un calibre 22, fue encontrada a las 5.30, como producto de un operativo de rastrillaje realizado en el mismo predio de la ex cerámica, mientras que Ibarra fue arrestado a las 7 de la mañana. A su vez, la presencia policial sirvió para que familiares y amigos no tomara represarias como incendiar el lugar donde vivía el detenido. “Hubo un momento de enojo, pero después, tengo entendido, las familias que viven en el lugar dejaron que la Policía actuara con tranquilidad y que hicieron todas las diligencias que corresponden”, informó la jueza que lleva la causa, Virginia Palacios.

“Esteban era un niño inocente, que se levantaba y se iba a hacer sus changuitas en los Chinos, a embolsar y se venía a la casa y le compraba los yogures a los niños y se iba a jugar. Fue un niño tan bueno y tan inocente que me lo mataron estos hijos de puta”, fueron las últimas palabras con las que Mónica recordó a su hijo.