Después de haber dado en la tecla, en lo que a espectáculos dentro y fuera del sambódromo se refiere, con el Carnaval 2012, todo parecía indicar que el 2013 iba a ser el mejor de todos los realizados hasta el momento. Y hasta la llegada de Susana, todo marchaba a la perfección. La diva de los teléfonos llegó en un hermoso descapotable, saludó al público, dio un par de entrevistas, posó con la remera de La Punta 2019 y se sentó en el palco donde estaban el gobernador, Claudio Poggi, y su predecesor, Alberto Rodríguez Saá, junto a sus respectivas mujeres.

De acuerdo al cronograma oficial, inmediatamente después de la llegada de “Su”, la escola local, Sierras del Carnaval (con algunos brasileros en roles protagónicos), tenía que iniciar su desfile, pero el mismo se hizo esperar por más de una hora. En el ínterin, los conductores entrevistaron a las distintas “celebrities” presentes, como Dallys Ferreyra, Alejandra Rincón, Cristian U, Luis Ventura y el “Tano” Pasman, haciendo, dentro de todo, la espera un poco más llevadera. Alrededor de las 23.10, Sierras del Carnaval salió al sambódromo, dejando más que en claro que este iba a ser el mejor desempeño de los artistas locales hasta al día hoy, contando con la misma fastuosidad y elementos que los cariocas, como reina, abanderados, carroza y camión de dos pisos con banda en vivo en el techo.

Y después de Sierras del Carnaval vino el que fue, por lejos, el momento más soporífero de la noche. Una hora de espera para que comenzara el desfile de los brasileros, pero esta vez prácticamente sin entrevistas ni famosos que amenizaran esos eternos 60 minutos. Y no es que no haya estado buena ni nada por el estilo, pero la pasada de la primera scola brasilera, quizás para recuperar un poco del tiempo perdido, duró tan solo 20 minutos, los cuales, comparados con los 40 del desfile de Sierras del Carnaval y la hora de espera, dejaron gusto a poco.

Esto fue la gota que rebalsó el vaso para la gran mayoría de la gente, la cual comenzó a retirarse masivamente del sambódromo, a pesar de los constantes recordatorios de que todavía quedaba otra escola brasilera, el show de Rodrigo Otazú y el recital de Os Paralamas. Además, fue en este momento que se produjo uno de los mejores bloopers de la noche. Quedando ya menos del 50% de los asistentes, uno de los conductores del espectáculo le clavó que había unas 18 mil personas presentes. Diez minutos después, los asistentes habían ascendido, según el locutor, a 22 mil personas. Guiándose por estas cifras oficiales, uno podría calcular que para el final de la noche más o menos medio millón de personas habían colmado Potrero de los Funes; pero lo cierto es que, cuando se realizó el anuncio, no había más de 5 mil.

Al escaso público, hay que sumarle el hecho de que la pasada de la segunda escola brasilera, Unidos de Vila Isabel, ganadora del Carnaval de Río 2013, estuvo plagada de problemas. A los pocos metros, la carroza sufrió un desperfecto mecánico y quedó inmóvil por varios minutos, por lo que la habitual estructura del desfile debió ser alterada, dejando el carro y los abanderados para el final. Afortunadamente, la reina de batería, la fantástica Viviane Araujo, demostró por qué es la que, como dice el cantito, dirige la batuta, cargándose su escola al hombro y brindando un gran espectáculo. Pero para desgracia de Viviane, minutos después de que ella y la batería habían comenzado su retirada, a la banda en vivo se le cortó el sonido, por lo que tuvieron que terminar su desfile cantando a capella. De igual manera, los cariocas le pusieron toda la onda habida y por haber, dejando una gran impresión entre los escasos presentes.

Media hora después, cuando comenzó el show de Rodrigo Otazú, no quedaban más de mil personas, las cuales aprovecharon para colarse a mejores posiciones, apiñándose cerca
del VIP donde solo quedaba Poggi, ya que “el” Alberto se fue alrededor de la 1, e inclusive invadiendo el sambódromo mismo, el cual fue rebautizado como “la peatonal de Potrero de los Funes”. 

Por su parte, el show de Otazú, pensado para el deleite de todos los presentes, comenzó con un escenario móvil que, colmado de bailarines, recorrió lentamente el sambódromo desde uno de los extremos hasta la mitad. La idea era más que buena, pero ciertamente fue tristísimo ver a los pobres artistas bailar, por largos minutos, frente a tribunas en las que no había ni una sola persona. Por suerte, la cosa mejoró cuando el escenario móvil llegó a la mitad del sambódromo, donde Otazú en persona bajó desde una grúa y se puso a cantar, junto a una despampanante Alejandra Rincón, “Soy Feliz” de Ricardo Montaner. El espectáculo también incluyó más bailarines que descendieron de la misma grúa, acrobacias con fuego y un gran show de pirotecnia.

Afortunadamente, el demoledor recital de Os Paralamas comenzó tan solo 5 minutos después de finalizado el espectáculo de Otazú, logrando de este modo retener a muchos que seguramente planeaban irse, pero trayendo como efecto colateral que una gran cantidad de gente se perdió el comienzo del concierto. De igual manera, a esa altura de la noche, 3.45 aproximadamente, los presentes no superaban las mil personas.

Y a pesar de haber estado prácticamente nueve horas consecutivas en el sambódromo de Potrero de los Funes, el que aguantó hasta el final del recital, a las 5 de la mañana, seguro que se fue con una gran sonrisa. Así de bueno fue el recital de Os Paralamas, el cual incluyó los grandes clásicos de la banda, como “Inundados”, “Uma Brasileira” y “Dos Margaritas”, temas nuevos y geniales covers de clásicos argentinos, como “Track-Track” de Fito Paéz y “Que me Pisen” de Sumo, canción con la cual, poniéndole una garra increíble por más que hayan estado tocando ante 700 personas, cerraron un gran recital, habiéndose metido a todo el público en el bolsillo. Sinceramente fue una verdadera lástima que menos del 5% de los supuestos 18 mil asistentes se haya quedado para este gran concierto.