Un estudio reciente realizado por la revista ā€œGeneral Hospital Psychiatryā€ arrojó que la obesidad y la depresión con frecuencia van de la mano en las mujeres de mediana edad. Un especialista argentino ya habĆ­a anticipado que la relación entre obesidad o sobrepeso corporal y el malestar psico-emocional es cada vez mĆ”s recurrente. Los trastornos alimenticios son a la vez causa y consecuencia de numerosos problemas psicológicos; y los problemas del cuerpo y la mente conviven mutuamente, en un cĆ­rculo vicioso, que de no interrumpirse compromete la salud.

En este sentido, el Dr. MÔximo Ravenna, explicó que no hay dudas de que la gordura modifica el estado de Ônimo para mal, siendo ésta una realidad visible u oculta que se experimenta notablemente.

La nueva investigación recolectó información sobre la estatura, el peso, los hÔbitos de dieta y ejercicio, y la auto imagen corporal de 4641 mujeres de entre 40 y 65 años, en donde las mujeres también llenaron un cuestionario utilizado para medir los síntomas de depresión. El estudio halló que las mujeres que tienen depresión clínica tenían mÔs del doble de probabilidades de ser obesas (con un índice de masa corporal de 30 o mÔs kg) y las mujeres obesas tenían mÔs del doble de probabilidades de estar deprimidas.

También halló que las mujeres que tenían un IMC de 30 o mÔs kg hacían menor cantidad de ejercicio, tenían peor auto estima corporal, y consumían un 20% mÔs de calorías que las mujeres que tenían IMC mÔs bajos. La relación entre la obesidad y la depresión se mantuvo intacta incluso cuando los investigadores tuvieron en cuenta el estado civil, la educación, el uso del tabaco y el uso de antidepresivos.

Al respecto, Ravenna reiteró que “un estado que no es natural como lo es la obesidad siempre genera un cambio negativo con un funcionamiento anómalo que conlleva a la tendencia a personas amargadas o tristes por su realidad corpóreaā€ . Para el especialista ā€œel exceso de peso suele generar dichos trastornos en el estado de Ć”nimo, ya que dificulta por ejemplo la forma de vestir, la concreción de todo tipo de actividades fĆ­sicas o sentarse en la butaca del cine. AdemĆ”s, los kilos de mĆ”s, y sobre todo si son muchos, alteran la autoestima y por consiguiente la calidad de vida de las personas que los sufren, las cuales a menudo son tambiĆ©n discriminadas, retroalimentando el circuito negativoā€.

Al respecto, el mĆ©dico psicoterapeuta tambiĆ©n destaca que ā€œaquĆ©llos que padecen esta patologĆ­a naturalmente generan reacciones negativas y desmedidas porque proyectan malas acciones sobre otras personas por haber bloqueado indirectamente el malestar con ellos mismosā€. Ravenna explicó ademĆ”s que en estos casos tambiĆ©n surgen sentimientos de vacĆ­o y frustración, porque las necesidades de afecto, comunicación, confianza, libertad, Ć©xito o de ser correspondido no se ven satisfechas con la comida, con lo que se crea una nueva tensión y se tiende a volver a comer.

Descubrir las relaciones entre los alimentos consumidos y el estado de Ɣnimo y viceversa es el primer paso para frenar la costumbre de comer cuando se tienen problemas, y de enojarse cuando las consecuencias de la comida se vislumbran en el aspecto fƭsico.

“Para recuperar el buen carĆ”cter hay que salir de este cĆ­rculo vicioso, rompiendo con los cĆ”nones de la comida emocional, y asĆ­ recuperar la libertad de experimentar los verdaderos sentimientosā€ finalizó el reconocido mĆ©dico especialista en trastornos de la alimentación.