Se había comido a un animal que, víctima de la caza furtiva, estaba contaminado con perdigones.
Días atrás el Ministerio de Medio Ambiente fue informado sobre la presencia de un cóndor andino con dificultades para moverse que se encontraba en un campo en las cercanías de La Toma. Los biólogos y veterinarios del Área Flora y Fauna del Ministerio llegaron hasta el lugar, lo examinaron, pero no lograron salvarlo. La autopsia reveló que el cóndor, el ave voladora más grande del mundo, había muerto por intoxicación con plomo. Para alimentarse había comido otro animal, víctima de la caza furtiva, e ingirió también los perdigones que lo mataron.
El cóndor andino, considero el espíritu mismo de los Andes, es una especie amenazada con una población de 6.200 ejemplares desde Venezuela al Cabo de Hornos, dos tercios estarían en Argentina y Chile. San Luis es parte de su hábitat. Sin embargo existen aquí factores que la amenazan con la extinción.
Los técnicos del Ministerio encontraron al ejemplar, que era una hembra adulta, con dificultades para movilizarse, en muy mal estado. “En la autopsia realizada se encontraron en su estómago más de cuatro perdigones y restos de mamíferos, por lo que la intoxicación fue producto del consumo de algún animal que había sido muerto por cazadores”, señaló el responsable del Área, Matías Ayarragaray.
“En San Luis está vigente, desde 2009, la veda total de caza con el objetivo de cuidar nuestros recursos. La caza es una actividad que daña inmensamente nuestros ecosistemas, no sólo porque elimina parte de quienes cumplen un rol fundamental en su equilibrio, sino porque tiene consecuencias como ésta, difíciles de calcular, pero bien reales. Cuando decimos extinción, estamos diciendo para siempre. Si una especie se extingue, por más obvio que parezca, significa de deja de existir provocando daños irreparables”, señaló con preocupación la ministra Daiana Hissa.
El hombre se ha acercado cada vez más a su hábitat y ha ocasionado alteraciones que lo han puesto en peligro. Así la especie se ha reducido paulatinamente, pese a ser símbolo nacional de cuatro países, Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador; que lo tienen representado en sus respectivas banderas y escudos.