Primeramente, Cristian se refirió a los problemas que está ocasionando el taller de samba, el cual, lejos de realizarse por la tarde, dicta sus clases, según consta en las puertas del local, lunes y miércoles de 20 a 23 horas, y los martes de 20 a 22. “Hay música en vivo todos los días, ruidos y me golpean la pared. Tienen un solo baño y suele haber 100 personas. Entonces, ¿qué hace la gente? Los varones salen y hacen pis afuera, en medio de la calle y en los árboles”, contó el vecino del local.

Como si eso fuera poco, funcionarios municipales, en esta nota, confirmaron que el local no posee ningún tipo de habilitación, ni comercial ni como centro cultural, cosa que sí poseía en su anterior ubicación. “Yo no se que tiene en la cabeza el tipo del Gobierno que lo designó como escuela de samba sin tener habilitación municipal”, expresó Cristian. A esto hay que sumarle que el local, muchos fines de semanas, se alquila para la realización de fiestas privadas, por lo que los problemas no terminan los miércoles junto al taller.

De igual manera, lo que más ha vuelto locos a los vecinos de la zona son las fiestas que, desde hace aproximadamente 8 años, se realizan en el salón del Sindicato de Empleados Municipales, el cual está frente a Lalo y Cía. Muchas de estas fiestas, contó Cristian, nada tienen que ver con el sindicato, sino que la realizan particulares que alquilan el salón. Cuando le pidieron al secretario general del sindicato, el concejal Alejandro Sosa, que bajaran la música y pusieran un policía en la puerta, éste se les “rió en la cara”.

“Viernes y sábado es fiesta en los dos lugares, en Lalo y en el salón de en frente. El fin de semana que uno tiene para descansar, uno no puede dormir y tiene que salir a las 5 de la mañana a pedirles por favor que te bajen la música, que no te vomiten en la vereda, que no se agarren a trompadas, que no te tiren piedras contra las puertas. Hasta hace un tiempo atrás venía la policía, pero ahora ya no viene”, relató Yppólito.

Obviamente, los vecinos de la zona recurrieron a la Municipalidad para que se controlara la situación, pero lo único que lograron es que en el taller de samba no se utilicen 20 tambores al mismo tiempo. Solo por citar un ejemplo, Cristian se refirió a la respuesta que obtuvo cuando planteó su reclamo a través del sitio Muni Respuesta, el cual rápidamente envió un inspector, pero no logró solucionar nada. “Lo clasificaron como no solucionable. El motivo fue, según el inspector: ‘fui al salón de la Municipalidad, me atendió Alejandro Sosa. El salón tiene los mínimos requisitos de higiene y seguridad. No tiene habilitación municipal. Y dice Alejandro Sosa que nos dejemos de joder”, fue, según el vecino, la respuesta que obtuvo.

De igual manera, Cristian comentó, y esto pudo ser luego corroborado, que tanto la Dirección de Fiscalización de Actividades Comerciales e Industriales como la Medio Ambiente han labrado actas con respecto a este caso. El problema es que todas parecen “perderse” en el Juzgado de Faltas Municipal, el cual es dirigido por el juez Alejandro Ferrari, a quien, además, los vecinos le dirigieron un par de notas, solicitándole que resuelva el tema lo antes posible.

“Vienen los inspectores, hacen las actas, se las llevan a Ferrari y se vuelven a perder las actas. Con Lemme era peor. Te mandaban de un lado para el otro y todo terminaba en Ferrari, que es un maestro para perder las cosas”, comentó Cristian.

De acuerdo al vecino, el último contacto con la Municipalidad lo mantuvo con su secretario de Gobierno, Federico Cacace, luego de varios e infructuosos pedidos de audiencia con el intendente Enrique Ponce. “La cosa es que se lava las manos. El se comprometió
en buscar todas las actas que se hicieron y reclamarle a Ferrari, pero nunca lo hizo”, dijo Cristian, clasificando a la Municipalidad como “inoperante”.

Yo no doy más. Hasta he pensado en vender mi casa, pero no la voy a vender por un par de salames que no hacen su laburo. Yo ya tengo miedo de salir, porque esto no lo mismo que antes. La primera vez les decís, ‘che, loco, no golpeen’. La segunda vez que salís ya te buscan pelear. El chico de al lado salió a pedirles por favor que dejaran de molestar porque le estaban pateando la puerta, le hacían pis, le vomitaban y le pegaron tres puñaladas en la panza. Este tema lo agarraron, lo taparon y listo”, concluyó el vecino.