Nuevos hábitos culturales hicieron que el hombre se aferre a valores que antes no predominaban. A la hora de cuidarse, los hombres cambiaron su comportamiento. Nuevos hábitos culturales hicieron que el género masculino se aferrara a valores que antes no predominaban entre ellos: juventud, perfección, retraso del envejecimiento y delgadez son palabras que ya pisan fuerte en el ideario masculino.

La masculinización de la belleza

Muchos hombres cumplen con los rituales de la belleza solo para verse mejor, para sentirse saludables, pero otros tantos también lo hacen debido a la demanda del mercado laboral que hoy jerarquiza la juventud y la buena presencia. Lo cierto es que los representantes del histórico “sexo fuerte” buscan lo que hasta ahora buscaban solo las mujeres: delgadez, juventud y belleza.

Pero ocurre que los extremos no son buenos. Hace tiempo los profesionales venimos advirtiendo sobre el peligro que representa para las mujeres la preocupación obsesiva por la apariencia y el cuerpo. Hoy, nos toca alertar también sobre la peligrosa y absurda necesidad masculina de responder a un canon de belleza que se acerca a lo perfecto, es decir, a lo irreal.

El peso, una preocupación emergente en los hombres

Si de un tiempo a esta parte, el mundo de las dietas era predominantemente femenino, en la actualidad se está poblando de hombres que deciden dejar de comer lo que más les gusta con el fin de lucir un cuerpo atractivo según las normas del momento. Pero no nos olvidemos que comer es además de una conducta vital, un placer. El hombre por lo general come para satisfacer el hambre, y es necesario que pueda contemplar que en el acto de comer hay muchas emociones y sentimientos que se ponen en juego. De esta manera podrá tomar decisiones correctas y alimentarse saludablemente.

Verse bien, sentirse bien, alimentarse saludablemente es la meta que deberían ponerse los hombres. No es necesario consumir suplementos dietarios para sacar más músculos en el gimnasio ni clara de huevo crudo por la mañana, de hecho podría resultar perjudicial para la salud. Algunos tips:

•Los alimentos no son enemigos. No es necesario ser obsesivo ni practicar cálculos matemáticos con calorías. Lo que comemos provoca cambios en nuestro comportamiento alimentario y, este, a su vez, dispara cambios en nuestro estado de ánimo. Aprender a elegir es la clave.
-Incorporar lácteos todos los días, que son fuente de proteínas de alto valor biológico, calcio y vitaminas. El yogur es una buena elección que conjuga placer y saciedad, combinado con frutas, avena tostada o nueces. Verduras y frutas, no pueden faltar. Es clave comer variedad de colores, frescas o cocidas, que dan todas las vitaminas y minerales que el cuerpo necesita para las demandas diarias. Hidratarse correctamente, sin abusar de las bebidas para deportistas porque tiene exceso de azúcares y sales.  El agua siempre es la mejor opción.
-La rutina de ejercicio debe estar acorde a las posibilidades y situación biológica de cada hombre, y siempre con un profesor.
-No saltear comidas es una forma de controlar el peso.

Perder peso sin renunciar al placer

Seguir un estilo de vida saludable sin que cuidarse implique una presión más es la mejor forma de sentirse pleno y vital. No hay necesidad de ser perfecto.

No hay alimentos buenos o malos: hay porciones excesivas o dietas globalmente poco saludables. La tarea de estar sanos no es un curso corto, es una capacitación continua. Después de comer la “porción justa”, hay que demorar la decisión hasta que pase la ola de ganas de comer. Y cuando el oleaje vuelva, disfrutar del placer de comer. Después
de todo, ¡hay placeres que no se olvidan aunque nuevos vientos traigan nuevas costumbres, y el de la comida es uno de ellos!