A raíz de esto, muchos municipios a lo largo y ancho del país han decidido atacar de lleno este problema, modificando ordenanzas, haciendo controles más simples y estrictos y luego destruyendo, de una manera bien pública, los benditos escapes. 

Desafortunadamente, este no es el caso del municipio de San Luis, a pesar del claro enojo y gran cantidad de reclamos que dice haber recibido, el cual se maneja con este tema utilizando una ordenanza de hace más de 20 años y claramente no es una prioridad, a pesar de lo fácil que resulta identificar a estos vehículos.

El director de Tránsito, Leandro Lucero, nos aseguró que se está trabajando en este tema, pero lo cierto es que él mismo, quien habitualmente hace resúmenes de los operativos de tránsito que se realizan durante los fines de semana, muy pocas veces ha mencionado que se hayan labrado actas por tener escapes libres y/o haber removido los espejos retrovisores de las motos. Menos aún se han informado que, por estos motivos, se haya secuestrado algún vehículo como permite hacerlo la ordenanza vigente.

Al parecer, la Municipalidad mantiene la postura de que sin un decibelímetro es imposible saber si un escape es libre o no; algo bastante ridículo ya que es sumamente sencillo reconocerlos: son mucho más cortos que uno normal y tienen una boca de salida de gases muchísimo más grande. Esta postura es lo mismo que decir que un policía solo puede reconocer que un conductor está borracho o drogado si cuenta con un alcoholímetro o un kit para hacer un doping por drogas. 

Para colmo, los decibelímetros los tiene la dirección de Medio Ambiente, por lo que para hacer un operativo hay que coordinar entre dos direcciones. “La vez que ellos solicitan nuestra presencia colaboramos nosotros con los diferentes operativos, y asimismo cuando nosotros solicitamos la presencia de ellos”, nos contó Lucero, señalando que Medio Ambiente se dirige “a los lugares donde recibe los diferentes reclamos” de ruidos molestos, “hacen las mediciones”, mientras que Tránsito se ocupa de las prevenciones.

El decibelímetro también se ha usado como excusa para controlar ruidos molestos en “horarios de descanso”, por lo que los pocos operativos en que se han controlado los escapes libres se han hecho exclusivamente a la noche. Sin embargo, las ordenanzas vigentes en ningún momento estipulan que los ruidos que causan los escapes libres sí están permitidos durante el día y durante la noche no. 

“Considerase que causa, que produce o estimula ruidos innecesarios con afectación al público: 1.- la circulación de vehículos de tracción mecánica desprovistos de silenciador de escape”, dice la ordenanza 2495 de 1993, sin establecer horario alguno. Además de prohibir los escapes libres, esta ordenanza fija, para “cualquier vehículo automotor”, un mayor límite de tolerancia de decibeles durante el día que a la noche, pero eso no significa que, por ejemplo, a las 11 de la mañana uno puede hacer todo el ruido que quiera.

Sin estos elementos tecnológicos quien realice el control no va a poder saber con exactitud el nivel de ruido, pero reconocer un escape libre sigue siendo una tarea más que fácil, por lo que resulta más que claro que lo aquí hace falta es una decisión política de ponerse firmes con este tema. Con dejar a un inspector de Tránsito en cada uno de los estacionamientos de motos que hay en el centro, en un día se podrían labrar decenas de actas de infracción a medida que la gente se acerca a dejar su vehículo.

“Necesitamos la presencia del personal de Medio Ambiente por el tema de las mediciones del sonido, pero es obvio que si yo en un control me encuentro con un vehículo que carece del escape, que es un elemento reglamentario, por lo que tengo que proceder al labrado del acta y a la retención del mismo

A su vez, si el tema fuera de
prioridad para el municipio, se podría enviar al Concejo Deliberante un proyecto que simplemente establezca que “se prohíbe circular en un vehículo con escape libre”; lo que constituiría una gran avance sobre la ordenanza actual, la 2495 de 1993, que establece límites según la cilindrada del vehículo y un complicado proceso para medir los decibeles. 

Medidas como estas se llevaron a cabo con gran éxito en lugares como Corrientes, donde directamente se prohíbe “la circulación con escapes libres, rotos y/o modificados adrede en cuadriciclos, motocicletas y ciclomotores”; o San José del Rincón (Santa Fe), “en la cual no se permite la circulación de motos y automóviles con silenciadores (caños de escapes) en mal estado o silenciadores insuficientes para garantizar la normal emisión de sonidos y gases”.

A su vez, estas ordenanzas establecen el secuestro del vehículo, el cual no se puede retirar del corralón municipal hasta que se pague la multa correspondiente y se vuelva a colocar el escape original. Según nos explicó el director de Tránsito, este mismo procedimiento es el que se aplica en la ciudad de San Luis, aunque pareciera ser que no con mucho frecuencia.

Lucero también nos aseguró que la Dirección de Tránsito está capacitada para detener y multar a cualquier vehículo que lleve un escape libre, pero lo cierto es que esto rara vez se ve. Tampoco ayuda el hecho de que el municipio de que si el municipio realmente está llevando estas acciones a cabo no las difunda con mucho más énfasis como justamente se ha hecho en todos lados donde se ha decidido atacar este tema.