Todo comenzó en calle Colón, casi Pedernera, cuando Gómez se detuvo en su automóvil para que su mujer se bajara a comprar ropa para su hija. Inmediatamente, un policía se acercó y le pidió que siguiera circulando. Gómez le pidió si lo podía esperar dos minutos, pero el efectivo insistió y se retiró.
“Me voy, doy la vuelta, estaciono y vengo caminando. Paso por el mismo lugar y estaba el mismo policía. Entonces le digo, ‘no tenés que cuidar solamente esta esquina, también tenés que cuidar la parada del colectivo, que está llena de autos, andá y fijate’. Parece que no le gustó que le diga esto y se me vino encima, a pesar de que yo venía con la nena de la mano. Me apretuja contra la puerta de vidrio del negocio de ropa para niños que está ahí en Colón. Mi señora sale del negocio y agarra la nena y el tipo me empieza a decir, ‘te voy a llevar detenido porque vos no sos quien para decirme lo que tengo que hacer’”, relató el docente.
Ahí comenzó un intercambio verbal, en el que Gómez le dijo que el tenía derecho a sugerir y que se sentía patoteado. En ese interín llegó otro efectivo más, a quien el primer policía, que nunca se identificó debidamente, le dice que Gómez se estaba “sobrepasando” y “faltándole el respeto”.
“Entonces yo le digo, ‘no, no te falté el respeto en ningún momento, yo te mandé, te pedí, te sugerí que fueras a ver la parada de colectivos que estaba llena de autos. Vos sí me estás patoteando y me estás apretando con la panza’. En eso que le digo así se sintió discriminado, que le había dicho gordo y no se que más. Entonces le dice al otro policía, ‘hay que llevarlo detenido, llamá al patrullero’”, continuó el relato del docente.
Y así fue como Gómez, delante de su esposa e hija, terminó siendo esposado y llevado a la Comisaría 1ra por averiguación de antecedentes no por uno ni dos policías, sino por siete efectivos que terminaron concurriendo al lugar donde se produjo la discusión en auto y también en moto. “Yo le dije, ‘no me lleven, te pido disculpas si es necesario, disculpame, no era para que me lleves detenido por una simple discusión’. La nena en la vereda llorando viendo que me llevaban detenido. Fue un caos”, contó Miguel.
Una vez llegó a la Comisaría 1ra, le aseguraron que lo iban a demorar dos o tres horas por averiguación de antecedentes y después lo iban a largar. Sin embargo, a Gómez le terminaron abriendo una causa, por desacato policial, por discriminación e “incitación a la violencia policial”, según le manifestaron cuando lo ingresaron.
“La cuestión es que a la una me dijeron que iba al calabozo común, con otros presos. Mientras tanto me tuvieron parado todo el tiempo. No me dejaban apoyar en la pared. Me meten al calabozo con un golpe de puño en la espalda y una patada en la pierna. Me siento en la cama de cemento, frente a la reja de la puerta, y frente a la reja me ponen un reflector prendido toda la noche en la cara”, contó Gómez, quien mientras sufría estos maltratos todavía no había podido acceder a un abogado y estaba completamente incomunicado.
La situación fue aún peor alrededor de las 4 de la mañana, cuando, relató el docente, entraron tres policías a la celda, dos de los cuales se dedican a golpear e insultar al joven que estaba con él en la celda, mientras que el tercero vigilaba que el no interviniera. Una hora después, lo llevan a la Jefatura, donde le inician formalmente todas las causas que antes le habían comentado.
Este calvario terminó gracias a la intervención del gremio docente ADU, al cual pertenece su esposa, y a asociaciones de derechos humanos, cuyos abogados presentaron un habeas corpus en el juzgado de turno. Alrededor de las 8 de la
mañana, el juez de turno decidió desestimar las causas iniciadas por la Policía y dejar a Gómez en libertad, lo cual se terminó cumpliendo recién a las 10.30 de la mañana.
“Fue una película de terror, lamentable, que no quiero vivir nunca más. Desde anoche que no duermo y hoy no he podido pegar un ojo en todo el día”, le contó Gómez a La Gaceta ayer a la tarde, mientras sufría un brutal sarpullido, fruto de los nervios que pasó. “Sentí que me estaban torturando en una comisaría en plena democracia”, dijo el docente.
“Yo no quiero que esto quede impune, no solo por mi, sino por un montón de gente que el pasa lo mismo y que por no tener un conocido o los medios no se puede defender”, dijo Gómez cerca del final de la entrevista, adelantando que este viernes planea iniciar acciones legales contra los policías que lo detuvieron, los cuales, cabe destacar, todavía permanecen completamente anónimos.