Adela Chuchán ingresó a esta escuela en 2013 y fue despedida en diciembre del año pasado sin que le dieran motivo alguno, pero sospecha que se debió a que mandó a un grupo de alumnos a rendir la materia en diciembre. Adela es licenciada en Comunicación Social, le faltan seis materias para recibirse de profesora de Historia y está trabajando en la tesis de su Maestría en Comunicación Institucional. En los años que estuvo en la Carlos Juan Rodríguez dio materias como Comunicación, Lengua, Historia y Ética. Junto a Adela, a fin de año fueron despedidos 8 docentes.

“En las autogestionadas vos no tenés incumbencia académica en algo y te las vas arreglando como podés. Después pedí que me sacaran una gran cantidad de materias y muchas horas porque no llegaba, no daba abasto y calidad no había. Me sacan de la parte de Comunicación, aunque en realidad mi orientación primera es el área de Comunicación y Lengua, y me dan las materias Formación para la Vida y el Trabajo y Conocimiento Científico, desde 4to hasta el último año, 6to”, contó Adela, señalando como en estas escuelas muchas veces los docentes no están en los cargos más idóneos.

“En la escuela, desde que yo estoy, pero tengo entendido que es desde antes, las materias se van aprobando ‘en proceso’, con ‘practiquitos’, como dicen ellos. A veces a los prácticos los hacen en la casa. Las pruebas se toman dos o tres veces la misma o a veces más. Muchos de esos prácticos no los hacen los chicos, los suele hacer alguna de las coordinadoras o con la ayuda de otros. Y no le podía pedir a los chicos que defendieran sus trabajos porque me decían que eso ponía al alumno en situación de trauma, de exponerse al stress de dar algo, de defender algo”, continuó la docente, describiendo cómo es el tipo de evaluación que se toma en este tipo de institución.

Adela también recuerda como alumnos de 6to año, curso que se caracteriza por una gran desobediencia y múltiples llegadas tarde o ausencias, le dijeron, apenas ingresó, “si queremos la hacemos echar”. “Es una escuela donde el poder lo tienen los alumnos. Si no les caes bien, si hay lago que les molesta, ellos van a X coordinadores y automáticamente estás afuera. Los docentes no tenemos protección”, opinó la docente.

Por su parte, Fernando, docente que trabajó en la misma escuela por un año, hasta que renunció, coincidió con Adela, señalando que a él le dejaron bien en claro que “si hay un problema en el curso, la culpa es del profe”. “Si los chicos faltan, a las pruebas se las tenés que enviar a la casa para que la hagan. Las pruebas siempre eran a carpeta abierta y el pedagogo nunca fue en todo un año a supervisar el trabajo. Cuando les planteé esto a los directivos ellos me dijeron que siempre iban a estar del lado del alumno. Uno tiene que estar a cargo de 30 personas y si los directivos no muestran autoridad y respaldo se dificulta mucho el trabajo”, contó el docente.

A estas facilidades que se les da a los alumnos hay que sumarle constantes cambios en las currículas y en el cronograma académico. “Tenés exámenes y después los cortan porque hay día de bicicleteada. No hay orden, no hay coherencia. Entonces hay notas a la mitad o te piden inventar notas para chicos que nunca viste. La cuestión es que siempre aprueban y siempre pasan, esa es la realidad”, comentó Adela. “El año pasado me pasó que había profesores que aprobaban mi materia en otros turnos. Eso me parece que es una total falta de ética al docente que está a cargo del aula y conoce al chico”, agregó.

“La escuela quiere cumplir una función social y a la vez una función educativa. Y yo creo que o sos una fundación o sos una escuela. A mi entender, tener chicos que vienen con problemas de drogadicción, con problemas en el hogar o que los papás están presos y poner a chicos que no tienen esas condiciones o que no tienen problemas toxicológicos es un gran caldo de cultivo. Es muy difícil hacer un buen trabajo cuado tenés todos estos trasfondos
sociales y no tenés personal que te apoye”, dijo el docente que renunció con respecto al modelo de las escuelas autogestionadas. “Había nenas de 12 o 13 años con chicos de 18 o 19 años que caían a la escuela drogados o alcoholizados”, agregó.

“Es una escuela que se tilda de ser inclusiva pero más que inclusiva es dañina, asistencialista y anula personas porque les hacen todo. Les perdonan las faltas y entran a la hora que quieren. Los chicos no tienen ningún tipo de castigo y si hay es cuando hay mucho revuelo y para que no haya problemas hacen alguna cuestión de reprimenda para algún grupo de chicos. Pero en general la protección es hacia el alumno. Nosotros estamos totalmente fuera de toda protección. Nosotros tenemos la culpa si el chico no estudia, si no está motivado, si no llega temprano”, aportó, por su parte, Adela.

Además de los problemas académicos, los docentes señalaron grandes problemas de violencia y abusos entre los alumnos a los que la escuela no responde en tiempo y forma. “El año pasado vino una chica con problemas de violencia doméstica familiar. Dos de los coordinadores me dijeron que ‘ya va a pasar, que no se haga drama, que ya va a cumplir 18 años’. Entonces yo me hice cargo, con mi nombre y apellido, e hice la presentación en el Poder Judicial, el cual se solucionó y llegó a buen término”, recordó Adela.

Desgraciadamente, los problemas no terminan ahí. Por ejemplo, Adela señaló que el personal directivo no es el idóneo, como es el caso de un regente de la institución, que solo tiene el secundario completo y unos cursos de oratoria. “Además hay una constante manipulación de la información y de los mensajes. Siempre quedamos mal parados los docentes. Ellos se escudan en que todos los chicos tienen problemas familiares. No es así, es como en todas escuelas, y ese no puede ser el fundamento para que el pibe no haga nada”, señaló la docente.

La escuela Carlos Juan Rodríguez, al igual que otras autogestionadas, se considera a si misma una escuela inclusiva, por lo que asisten chicos autismo, hipoacusia, esquizofrenia, sobreedad o problemas de adicciones. Recién el año pasado se incorporó un profesor de educación especial para ayudar a los docentes de la institución. “Si vos vas a incluir en una escuela me parece que tenés que tener todo el aparato armado, porque el docente específico de una materia no es psicólogo, trabajador social y educador especial”, opinó Adela.

En cuanto a su situación personal, a Adela le llegaron rumores de que su despido fue porque “había denigrado a los alumnos”, pero lo cierto es que no hay ningún tipo de denuncia radicada en su contra, ya sea en organismos como el Inadi o en la mismísima institución. “No me parece que decirle a un chico, ‘mirá, necesito que estudies, sea considerado una amenaza al pibe y que pueda salir traumado. Hay chicos que ni siquiera tienen la carpeta y te dicen en la cara ‘yo terminé sin haber estudiado y usted a mi no me va a parar’. Entonces los directivos solucionan el asunto y la culpa siempre la tenés vos”, sostuvo Adela.

A su vez, su indemnización no incluyó su primer año de trabajo en la institución ya que, en 2014, la escuela cambió su CUIT y razón social. A raíz de esto y otras irregularidades, Adela iniciará acciones legales en contra de la escuela Carlos Juan Rodríguez.

Finalmente, cabe señalar que en los próximos días iremos publicando más testimonios de docentes que han trabajado en escuelas autogestionadas, quienes nos contarán las cosas que allí han visto y las precarias condiciones de trabajo que hay en estos establecimientos.