Ante la autorización de reiniciar la actividad física, siguiendo los protocolos sugeridos a nivel general y especificas a cada disciplina, se deber retomar la actividad al aire libre de manera gradual y progresiva. Cabe destacar que se necesitará de 3 a 4 semanas para que nuestra condición física vuelva a estar a un 70% del estatus físico presente al momento del comienzo del aislamiento social preventivo y obligatorio. Recién después de ese tiempo se estará en condiciones de realizar trabajos de mayor especificidad e intensidad. Aún en casos de aquellos deportistas que continuaron con diversas rutinas de entrenamiento en sus hogares.
Esta situación de pandemia nos obligó a nuevas condiciones en nuestra cotidianeidad. Nos vimos forzados a guardar cuarentena, implicando cambios sustanciales en todos los niveles. Lo que condicionó una serie de procesos de adaptación y readecuación, no sólo en lo social, económico, laboral y familiar, sino también en nuestras respuestas orgánicas y fisiológicas, que trataron de lograr mantener el equilibrio del medio interno, es decir nuestra homeostasis.
En forma consiente o no, se sumó el factor del estrés y la ansiedad, condicionando respuestas nuevas ante situaciones no esperadas ni planificadas. La actividad física debió ser replanteada y reformulada a las posibilidades personales e individuales. Provocando en cierta manera la pérdida de la especificidad y una esperable modificación de nuestra condición y rendimiento deportivo.
El regreso a la actividad deportiva al aire libre debe respetar los tiempos que marca la biología del entrenamiento y la fisiología del ejercicio. Considerando que existieron cambios no sólo en las estructuras involucradas directamente en el trabajo físico motor, por ejemplo las fibras musculares, sistemas osteomiotendinosos, ligamentarios; como así también todos los órganos y sistemas que intervienen en el acto motor. Por lo que es necesario considerar que existe una pérdida importante de la repuesta a los estímulos desarrollados antes de la pandemia.
Frente a esta situación distinta en la que estamos inmersos, somos y respondemos de forma diferente. Por eso, y evitando tecnicismos, se debe reiniciar en forma gradual, programada, controlada y segura el entrenamiento. Sin saltar los pasos de readaptación necesarios para evitar ponerse en riesgo de sufrir una lesión, sino también el riesgo de un evento cardiovascular agudo. Aún en personas que se consideran sanas o aptas.
Es importante destacar lo sustancial de la actividad física en nuestra calidad de vida y, fundamentalmente, en el desarrollo y mantenimiento del sistema inmunológico, que es el responsable de generar las defensas y anticuerpos que nos protegen de los distintos agentes patógenos que atentan contra nuestra salud.