Esta mañana, el Concejo Deliberante fue el escenario virtual de la aprobación de un insólito proyecto, el cual bautiza a un espacio verde de la ciudad de San Luis con el nombre de “Atreyu”, un personaje de la clásica película de 1984 “La Historia Sin Fin”. La plaza “Atreyu” está ubicada entre las calles San Fernando, Zoilo Concha y Carlos Gardel.
El nombre salió de una encuesta que realizaron los vecinos de la zona y fue analizada por la comisión de Obras Públicas. Esta encuesta fue realizada a 12 vecinos de la zona, pero solo la respondieron 10. Los 10 vecinos encuestados prefirieron el nombre “Atreyu” por sobre “20 de Junio”, que era la otra propuesta.
“No sé si recuerdan ‘La Historia Sin Fin’. El perro gigante, ese grande, que era el protagonista de la película es quien llevaba el nombre de ‘Atreyu’”, dijo la concejal Johana Sosa, a quien, como presidenta de la comisión de Obras Públicas, le tocó exponer sobre este proyecto.
Claramente, Sosa nunca vio “La Historia Sin Fin”, ya que el “perro gigante” se llama “Falkor”. “Atreyu” es el nombre del joven aborigen que protagoniza el cuento mágico que, a su vez, lee “Bastian”, el verdadero protagonista de la película y sus secuelas. Para hacer aún más cómico y bizarro el tratamiento de este proyecto, tanto Sosa como el secretario Legislativo del Concejo pronunciaron el nombre como “Atreyú”, y no “Atreiu”, como corresponde.
“Hemos recibido muchos halagos de los vecinos, así que transmitirles la alegría de que este espacio ya tiene su nombre y así ellos lo han naturalizado”, concluyó Sosa, antes de que se pasara a la votación de este proyecto, el cual fue aprobado por unanimidad.
¿Cómo se llegó a ese nombre?
En el proyecto figura una página de una publicación gráfica del año 1989, llamada “La Voz del Cerro”, la cual da cuenta de que se realizó una campaña llamada “Pongamos el Nombre a Nuestra Plaza”, resultando ganador el “niño Mauro Agustín Rosales Garcés”. Claramente, el niño era fanático de “La Historia Sin Fin”, algo más que entendible en 1989, y eligió “Atrello” como nombre, según figura en la publicación de “La Voz del Cerro”. 31 años después, su sueño se hizo realidad.




