
Este fin de semana llegaron a San Luis miles de mujeres y disidencias para encontrarnos nuevamente. Desde el viernes empezaron los preparativos, nuestra plaza principal se vistió de feria, se llenó de música, por las calles se escuchaban cantos y se respiraba un clima muy festivo. Para mí, que nunca había podido participar en un evento así, fue una experiencia súper enriquecedora. Vi llegar personas de distintos puntos del país y encontrarse en las calles, emocionadas por la oportunidad de reunirnos para celebrar todo lo conseguidos y seguir luchando por lo que aún nos falta.
El sábado nos reunimos en el predio del IV Centenario para dar inicio oficial al encuentro. Allí tuvieron la palabra muchas agrupaciones y organizaciones, enarbolando sus banderas y comunicando su lucha. Como profesional que trabaja en la inclusión de personas con discapacidad, me emocionó ver a una intérprete de lengua de señas en el escenario, dándole voz a esa comunidad que no siempre tiene un lugar de expresión. También estuvo la madre de Guadalupe Lucero y su familia, quienes nos recordaron que la lucha continúa, que aún nos falta Guada y muchas personas más.
Jamás vi tanta gente reunida, las calles estaban llenas de punta a punta de personas de todo el país, por todos lados había sonrisas y caras amigables que invitaban a unirse a la emoción del encuentro.
En la tarde del sábado y domingo, las escuelas se llenaron de miles de talleres con diversas temáticas, abiertos a quienes quisieran participar y contar su experiencia. Fue emocionante ver en esos espacios a mujeres jóvenes, adultas, mayores, y muchas personas más debatiendo, escuchando y aprendiendo. Los mates iban y venían mientras se compartían historias de lucha y conquista, de dolor y alegría, en numerosos grupos de diversas edades y géneros. Tuve la suerte de poder compartir esos espacios con mi mamá, una mujer de 73 años, que nunca había participado de ningún encuentro. Los talleres se dividieron en 15 ejes que abarcaban diversos temar referentes a las mujeres, grupos etarios, los territorios, sexualidad, género, familia, medio ambiente, luchas en el trabajo, luchas en el ámbito de la educación, ciencia y técnica, cuestiones relacionadas a la cultura, el arte y el deporte, la violencia y trata de personas, derechos humanos, religión, geopolítica y economía. Quisimos llegar al taller para “Adultes Mayores”, pero terminamos escuchando el de “Niñeces Y Adolescencias Trans”, una temática de la que mi mamá, por su edad, se encuentra muy alejada. Esta experiencia nos permitió conocer las historias de vida de otras personas y de esta manera acercarnos y comprender otras realidades. Al finalizar los talleres se elaboraron las conclusiones que serían leídas en el cierre del encuentro, para generar nuevas líneas de acción.
Luego de los talleres hubo varias actividades culturales e intervenciones en distintos puntos de la cuidad. Con mis compañeras del “Enjambre de Voces de UNSL – IFDC”, nos unimos a las mujeres de “Matria Construcciones” una cooperativa feminista que rompe estereotipos trabajando en la construcción y que nos acompañó con su percusión mientras cantábamos “Creo” de Eruca Sativa. Un momento muy emotivo, porque fue en el medio de la calle y luego en la plaza, y la gente sumaba sus voces y aplausos, y se nos ponía la piel de gallina. Luego de eso, disfruté de los recitales en el escenario del Correo Argentino, que cerraron con Chocolate Remix. Después también había varias fiestas en distintos lugares, elegí ir a Comuna, donde en medio de la fiesta se apagó la música y entró una batucada de Córdoba que hizo temblar el piso con sus tambores, para luego seguir con la fiesta. Fue una noche inolvidable.
El domingo desde temprano ya se palpitaba la marcha, las distintas agrupaciones se reunían por las calles con sus tambores y sus cantos. A las 18:30 comenzó la marcha más larga que vi en mi vida. Cuadras y cuadras de personas marchando, riendo, luchando, cantando, abrazando y también llorando. Se caían algunas lágrimas al caminar las calles y ver a personas mayores, niños y niñas asomándose a las ventanas para vernos pasar, incluso aplaudiendo y uniéndose a los cantos. Las paredes quedaron llenas de las expresiones de luchas, pero no hubo disturbios, al contrario, me sentí cuidada y tranquila todo el recorrido. Por momentos se me hacía un nudo en la garganta viendo cuántas éramos y también pensando en las mujeres que faltan, y por quienes vamos a seguir pidiendo justicia.
Me quedo con la mirada de mi mamá, sorprendida, disfrutando, recordando también sus momentos de lucha y ahora con la certeza de que seguimos luchando. Me quedo con la alegría compartida, con la emoción, con el placer de haber podido recibir amigas en casa y encontrarme con tantas personas. Me queda la satisfacción de saber que todo lo que gastaron en blindar los edificios no fue necesario, que todos los mensajes de odio que se difundieron previamente sólo dejaron en evidencia que no somos nosotras las violentas. Somos mujeres y disidencias organizadas, sin miedo, con ideales y convicciones, que queremos salir a las calles tranquilas de saber que vamos a volver a casa, que ya no vamos a seguir soportando abusos de ningún tipo, que ya no nos callamos más.
Nos vemos en Bariloche.