Ayer por la mañana se conoció que un interno del servicio penitenciario se fugó. Horas después se conoció que se trataba de Alberto Figueroa, uno de los asesinos del kinesiólogo cordobés Darío Gramaglia, cuyo cuerpo sin vida fue encontrado en 2004 en el dique La Florida.
La fuga se produjo del predio de la colonia agrícola de la cárcel, ubicada a unos 7 kilómetros del edificio principal, donde las medidas de seguridad son mínimas debido a que allí alojan a los presos que cursan condenas avanzadas y con buena conducta.
“Es una situación rara porque estaba alojado hace unos cinco años en la colonia y su conducta es ejemplar, cada vez que tuvo salida transitoria regresó, nunca se ausentó. Se dedica a trabajar con vegetación y también colabora con distintas tareas”, indicó una fuente penitenciaria a El Diario de la República.
Con esta fuga, ya no quedan detenidos por el brutal homicidio del kinesiólogo, ya que, en 2019, Daniel “el Uruguayo” Martínez fue deportado a su país de origen, como es habitual cuando la persona que cometió el crimen es extranjera.
“El tipo se fugó a la madrugada y recién tipo 11 horas ‘descubren’ su ausencia, 6 o 7 horas después. Tiempo suficiente para salir de la provincia. Me dicen que estas fugas requieren mucho apoyo externo y mucha logística. La organizan gente muy profesional. No son amateurs. Son fugas para no volver más. Te ofrecen también sacarte del país, a Bolivia y Paraguay”, fueron las declaraciones de Walter Gramaglia, el padre de la víctima, a la prensa.