Después de un año de ausencia, la San Luis Comic Con regresa este fin de semana con una edición de tres días y una energía particular: la de un evento que ya forma parte del calendario cultural de la provincia y que, aun con pausas, sigue creciendo gracias al empuje totalmente privado de un grupo que organiza por pasión antes que por negocio.
Su creador, Augusto Caruso, reconoce que la pausa del año pasado dejó un vacío que no esperaban. “Cuando no la hicimos recibimos un montón de llamados de la gente. Fue raro sentir ese cariño justo cuando nosotros también estábamos tristes por no poder concretarla”, recuerda. Esa respuesta social, sumada al impulso acumulado de ideas que habían quedado en pausa, terminó potenciando esta nueva edición, que además encuentra su eje en el aniversario número 35 de las Tortugas Ninjas.
Un equipo que construyó una comunidad
Caruso no está solo. Detrás de la Comic Con hay un núcleo estable de unas diez personas que, con roles distintos, sostienen un evento que exige desde logística a escultura, desde armado de stands hasta producción visual.
“Somos un grupo que fue mutando, pero que funciona porque todos aportan desde lo que les gusta”, explica. Entre ellos menciona a Marina, Martín Macri, Homero, Lucía, Silvina, Casandra y Mario Bernacci, cada uno con una especialización marcada: escultura, cosplay, coleccionismo, organización de espacios, animatrónicos o gestión de actividades. La clave, dice, es el entusiasmo que todos comparten.
Un evento cultural sin equivalentes en San Luis
La Comic Con es, desde hace ya varios años, uno de los pocos eventos culturales de la provincia que sostiene tres jornadas consecutivas de actividades, artistas, charlas, talleres y dinámicas lúdicas. Caruso no duda en afirmarlo: “Si tengo que pensar en un evento cultural de este tamaño y duración, no hay nada similar en San Luis”.
Parte de esa dimensión tiene que ver con lo visual —cosplayers, fotos, escenografías— pero también con lo que no siempre se ve: talleres sobre escultura digital, artistas que muestran procesos de trabajo, charlas técnicas, guionistas, ilustradores y animadores que acercan herramientas y experiencias concretas a chicos y adultos.
“Muchos piensan que se trata solo de disfrazarse, pero para un pibe o una piba que quiere dibujar, hacer animación o trabajar en cine, es un espacio de conexión enorme”, señala. Y no es solo inspiración: Caruso destaca casos de artistas puntanos que se formaron y encontraron un camino profesional gracias a este espacio.
El acceso al arte y a la producción desde San Luis
Uno de los ejemplos que más entusiasma al organizador es el de Liners, un artista que se mudó a San Luis y que este año presenta “Crunch”, una serie de animación realizada íntegramente desde un celular. “Cuando ves eso, entendés que hoy cualquiera puede empezar a producir. Si tu hijo ve que un flaco hace tres capítulos de animación con un celular, ¿cómo no se va a animar?”, dice Caruso.
La Comic Con busca justamente ese cruce: acercar referentes grandes, figuras reconocidas, pero también creadores independientes que muestran lo posible con pocos recursos y mucha dedicación. Para conocer más sobre los invitados de este año, no te pierdas esta nota.
Cómo se arma un festival de cultura pop desde el interior
La selección de temáticas, invitados y actividades surge del consumo cotidiano del propio grupo. “Somos amigos que vivimos consumiendo cultura pop. Cada uno trae algo y yo voy armando un mapa del año”, explica. Cuando un organizador conoce profundamente el medio, aparecen cruces inesperados: artistas que también trabajan en cine, ilustradores que hicieron storyboard para series, referentes del cosplay internacional, especialistas en videojuegos o en coleccionismo.
A esto se suma la elección anual de un eje que atraviesa generaciones. Este año fueron las Tortugas Ninjas, no solo por su aniversario sino por su vigencia permanente en cine, series, juguetes y cómics. “Siempre están presentes y las conocen desde los adultos hasta los chicos”, cuenta Caruso.
Un proyecto 100% privado y a pulmón
La San Luis Comic Con es una rareza en el interior del país porque se financia de manera completamente privada: entradas, stands y canjes. No hay estructura estatal detrás. Lo que sostiene el evento es la comunidad que lo sigue y un trabajo de meses que el equipo hace “por amor al arte”.
“Cada año vemos si ganamos un poco más o un poco menos, pero priorizamos que el contenido sea bueno. Muchas veces resignamos ganancia para que el evento quede como queremos”, admite.
Doce ediciones que marcaron una generación
Con doce ediciones encima, la Comic Con ya no es solo un festival: es un lugar donde creció una generación entera. Caruso lo ve cuando encuentra fotos de chicos que fueron por primera vez disfrazados en 2013 y que hoy participan en la organización o presentan trabajos propios.
Sus propios hijos crecieron en el evento. “En la primera edición, en el cosplay infantil participaron diez chicos y tres eran mis hijos. Hoy sobra gente para participar”, recuerda.
Esa continuidad, dice, es lo que más lo moviliza: la posibilidad de que personas de San Luis tengan acceso a espacios que antes solo existían en Buenos Aires y que él mismo soñaba leyendo revistas como Lazer o recordando eventos como Fantabaires.
Un espacio donde todo puede pasar
La Comic Con también se convirtió en un punto de encuentro donde surgen momentos espontáneos que no estaban en ningún programa: desde un combate improvisado entre un dinosaurio inflable y el cubanito, hasta esculturas a tamaño real creadas especialmente por artistas locales para que los chicos se saquen fotos.
“Pasaron un montón de cosas que no planificamos y que fueron hermosas. Eso es salario emocional”, dice Caruso, que destaca especialmente el trabajo de Martín Macri o Facundo Mugetti, escultores del equipo, con obras gigantes para el disfrute de todos los asistentes.




