La Cámara Penal Nº 1 de San Luis condenó a Ariel G. a 30 años de prisión por los delitos de “abuso sexual con acceso carnal agravado por la relación de convivencia” y “abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo”, en perjuicio de sus hijos biológicos y los de su ex pareja. Cabe destacar que la Fiscalía y el abogado la familia abusaba había solicitado la pena de 35 años de prisión o perpetua.

El juicio inició el martes 8 de abril, en la Sala de Debate Oral Nº 1, ubicada en el segundo piso de Tribunales, y continúa hoy. El tribunal a cargo de la causa está integrado por la presidenta Silvia Inés Aizpeolea, los vocales Flores y Jorge Sabaini Zapata; y la secretaria Isabel Olguín Yurchag. Como fiscal de Cámara interviene, Maximiliano Bazla Cassina. También intervino la Defensora de Niñez, Adolescencia e Incapaces, Eugenia Schmid, ya que dos de las víctimas todavía son menores de edad.

La licenciada en Psicología, Marcela Monte Riso, fue la última testigo en la causa. La profesional contó algunos detalles de las entrevistas psicológicas que mantuvo con una de las víctimas, su madre y el ahora condenado. Finalizado su relato, el tribunal clausuró la etapa de prueba y dio paso a la recepción de los alegatos.

El primero en hacer uso de la palabra fue Héctor Zavala. El abogado expresó que, a través de los testimonios de las víctimas, las pericias médicas y psicológicas de los profesionales intervinientes; quedaron probados a lo largo del debate oral los delitos imputados.

Asimismo, agregó que, por los testimonios recolectados, quedó evidenciada la conducta de extrema violencia física y psicológica del imputado con su esposa e hijos, y citó a la licenciada Monte Riso quién dijo que “existía una situación de sometimiento y sumisión”.

Para finalizar, Zavala sostuvo que sólo una condena ejemplar ayudaría a las víctimas a cerrar una etapa. “La posibilidad de reparar el daño está en relación a esperar una sanción que no es más ni menos que la que merece el acusado”, concluyó.

El fiscal de Cámara, por su parte, solicitó 30 años de prisión para el acusado. “Estamos ante una causa aberrante. Dos de las víctimas eran hijos y las otras dos convivientes; los cuatro hechos tenían como denominadores comunes el miedo y la violencia. Además el imputado le pegaba a su pareja, y cada una de las víctimas sufrió los abusos en más de una ocasión, o sea, eran reiterados”, expresó Bazla Cassina.

Luego hizo uso de la palabra la Defensora de Niñez y Adolescencia, María Eugenia Schmid. La funcionaria adhirió a la calificación legal impuesta por el fiscal por considerarla “correcta y adecuada” y a la valoración de la certeza de la prueba producida.

Dijo que se observó durante el debate que a nivel familiar se vivía una situación de violencia, de maltrato y de mucho miedo y que esta situación generó un entorno propicio “para que se produjeran estos abusos y no se pudiera tomar nota antes, tampoco hubo muchos indicios que le permitieran a la mamá resolver con anterioridad la situación”.

Para finalizar, Schmid manifestó: “Entiendo que los hechos de abuso sexual han sucedido, que el delito se ha cometido de modo reiterado, que tenemos una conjunción de circunstancias, una madre débil, sometida a violencia, temerosa e incapaz de proteger debidamente a sus hijos, que hasta tenía miedo de salir a colgar la ropa en el patio de su casa, imagínense que mucho menos podía proteger a sus hijos, y el imputado con una personalidad violenta, abusiva y perversa, que hicieron que se pudieran conjugar estos abusos prolongados en el tiempo”.

La ronda de alegatos la cerró Sala, quién solicitó la absolución del acusado por el beneficio de la duda. En su alocución, Sala afirmó que la acción penal respecto a una de las víctimas se encontraba prescripta y también dijo que no se constataron lesiones sexuales en las víctimas ni se acreditó el acceso carnal.

“En Cámara Gesell una de las víctimas no termina de expresar fehacientemente si hubo o no abuso, es confuso, y el otro relato fue pobre y repetitivo, sin detalles colaterales y de una rigidez notable”, dijo el defensor. “La pena solicitada es desproporcionada. El daño causado es una hipótesis que no está acreditada en la causa”, agregó.

“Me robó la infancia, la inocencia”
Esta mañana, una hijastra víctima de Ariel G. dio su testimonio a Amanecer Informados. “Lo denuncié hace 19 años, cuando tenía 6. La policía no hizo nada después de esa denuncia. Me hicieron unos peritajes, pero así nomás. La psicóloga me dijo que podían ser fantasías mías y quedó todo en la nada”, contó la joven, refiriéndose a cómo fue denunciar el hecho tantos años atrás.

“Era dos caras el tipo, se hacía el buen padre, el que ayudaba a mi mamá, y por atrás la golpeaba y nos abusaba a nosotros. Todo el tiempo me manipuló hasta llegar a pensar que yo lo provocaba, que yo lo buscaba. Me robó la infancia, la inocencia. Recién a los 17 años puedo dejar de sentirme culpable. Vi una foto mía de cuando tenía 6 y dije ‘esta nena de 6 años no podía tener la culpa de nada’”, concluyó la joven por la mañana, mientras todavía esperaba que la condenada de Ariel G. fueran 35 años o perpetua.