En sus acuerdos, todos los abogados son doctores, independientemente de si poseen el título o no.

Definición de doctor de la Real Academia Española: “(Del lat. doctor, -?ris). 1. m. y f. Persona que ha recibido el último y preeminente grado académico que confiere una universidad u otro establecimiento autorizado para ello”.

La nota principal del día de hoy, “Polémica por nombramientos en el Poder Judicial”, supuso la lectura de una gran cantidad de acuerdos del Superior Tribunal de Justicia (STJ). Absolutamente todas las personas mencionadas en ellos son “doctores”, lo que es tan altamente improbable que se termina convirtiendo en ridículo, ya que si fuera cierto posicionaría al Poder Judicial de San Luis como uno de los más altos en prestigio académico a nivel mundial.

En primer lugar, utilizar tan a la ligera este término, le quita a cualquier persona que lea uno de estos acuerdos la capacidad de distinguir rápidamente el nivel académico y adecuación de una persona a un determinado cargo, ya que al leer la palabra “doctor” no puede saber si se trata de un abogado común y corriente o de alguien que aprobó su respectiva tesis doctoral.

A su vez, estar al tanto de cómo los abogados, políticos y el Poder Judicial utilizan este término conlleva que, cuando uno está frente a un verdadero doctor, como los diputados radicales José Luis Riccardo y Alejandro Cacace; descarte que ese sea en realidad su título.

Una cosa es que los abogados se llamen doctores entre sí, pero que uno de los Poderes del Estado provincial utilice el término a diestra y siniestra en documentos oficiales no solo constituye una increíble falta de profesionalismo, sino también una total falta de respeto a los verdaderos doctores que obtuvieron dicho título como corresponde.