Llamada a declarar, Coria sostuvo que el día en que falleció Guadalupe se enteró porque su hija le dijo, “mami, se está muriendo la hija del vecino”. Ante ello, fue a golpearle la puerta a Riquelme, quien al atenderla, le dijo “se me está muriendo la nena”. Una vez dentro de la vivienda, vio un bulto en una cama, tapado con una colcha sucia, y al acercarse pudo cerciorar que se trataba de Guadalupe, pero que ya estaba muerta. “Noooo, pero hace ratito se murió la nena”, fueron las palabras de Riquelme, según Coria, cuando le dijo que la nena ya había fallecido.

Por su parte, cuando Coria llegaba al domicilio de los imputados, Videla justo se estaba yendo en bicicleta, “a buscar plata para llevar la nena al hospital”, le dijo Riquelme a su vecina, quien procedió a revisar el cuerpo de la nena, sobre el cual descubrió muchas heridas que es extendían hasta el rostro, y hasta pérdida de cabello. Cuando preguntó por las mismas, Riquelme le respondió “que la nena siempre lo hacía porque era igual que la madre”. “Estaba nervioso, pero no estaba preocupado por la niñita”, acotó Coria.

Luego, al inquirir sobre cómo había fallecido la nena, el imputado le dijo a una de sus hijas que le contara lo ocurrido. La menor le contó a Coria que Guadalupe se subió a una botella, se cayó, se desmayó y, cuando recobró la conciencia, se fue a acostar.

Finalmente, la vecina comentó que, en ocasiones anteriores, su hija le contó que “la señora (por Videla) le pega mucho a Guadalupe”. Por último, dijo que fue ella misma quien llamó a la policía, ya que los imputados no habían pedido ni siquiera una ambulancia.

Por su parte, la testigo Melisa del Carmen San Martín, declaró que conoció a los imputados en la “Feria del Trueque”, en donde su padre tenía un puesto junto al de Riquelme y Videla. En agosto del año 2010, para el día del niño, se cruzó con los imputados, sus hijos, y con Guadalupe. Como notó que Guadalupe era “dejada de lado”, se acercó y le ofreció una factura, pero, ante ello, Videla “se enojó y se la sacó”. Además, dijo que pudo notar que Guadalupe tenía “unas costritas en el cuello, llagas en las manos y estaba muy delgada”. Por último, informó que luego de este episodio, fue a ver a Guadalupe a su casa, porque le interesaba hacerse cargo de ella, pero que la la imputada no le permitió verla.

La última testigo citada, Micaela Rodríguez, quien fue pareja durante varios años de Miguel Ángel Riquelme, sostuvo que, durante sus años de convivencia, Riquelme fue un buen compañero y que la ayudó a criar a sus hijas. A su vez, informó que conoció a Videla cuando esta se presentó en su casa a informarle que ella era “la nueva pareja” de Riquelme y que, durante varios días, se sentaba fuera de su casa a controlar lo que ocurría allí.

Además, informó que, cuando Riquelme se encontraba preso, fue a visitarlo, y que éste le entregó varias cartas para que las guardara, y que además tenía en su poder copias de exposiciones policiales, en donde Riquelme expondría que “había sido abandonado” por Videla, las que fueron enviadas por la hermana del imputado. Ante ello, la defensa de Riquelme solicitó que la documental sea incorporada a la prueba de la causa.

Por su parte, el martes, las hijas de Rodríguez prestaron declaración, asegurando que nunca vieron a Riquelme actuar de forma violenta, pero sí a Videla, quien “golpeaba mucho a la nena”.

Otro importante testimonio del martes fue el del médico forense Ricardo Torres, declaró que el cuerpo presentaba hematomas, lesiones, escoriaciones, arañazos, golpes de puño y con elementos contundentes, quemaduras profundas hechas con cigarrillos en varias zonas del cuerpo (dedos, boca, labios, nariz y manos), heridas cicatrizadas de vieja data, siendo las más antiguas de hace aproximadamente un año; y que presentaba escabiosas, arrancamiento del cuero cabelludo y deformación de la pirámide nasal por quemaduras. “Estas heridas fueron hechas con el solo
propósito de deformarle la nariz”, afirmó Torres.