Las sucesivas derrotas infligidas por Armstrong a Jan Ulrich sirvieron a los norteamericanos para demostrar que el libre mercado era superior a la Cortina de Hierro comunista. Ulrich, un alemán rubicundo proveniente de la Alemania del Este, era criticado a menudo por presentarse a la línea de partida de la principal prueba ciclística del planeta con kilos demás y envuelto casi siempre en escándalos que incluían cocaína, cerveza, multas por manejar borracho y otros excesos, mientras Armstrong era mostrado como un padre abnegado y un deportista en extremo ejemplar. Armstrong era el emblema de la superación individual, patrocinado por el US Postal (el correo estatal norteamericano). Si bien para mediados de los noventa de la Cortina de Hierro solo quedaba en recuerdo, Ulrich seguía representando la machacada sospecha de que los deportistas provenientes de los países del Este de Europa eran producto de una jeringa impuesta por un Estado que todo lo controlaba. El final de la historia es conocido: por estos días nos hemos enterado de que la perfomance implacable del norteamericano solo era posible mediante un sofisticado y costoso sistema de dopaje, y que, probablemente, el cáncer que Armstrong padeció haya sido causado por el abuso de hormonas de crecimiento. Todo bajo el absoluto conocimiento de la Unión Ciclista Internacional, para quienes Armstrong resultaba un negocio redondo.

Otro ejemplo: A pesar de los 30 años transcurridos, los argentinos tenemos muy fresco todavía el 6 a 0 a Perú del mundial 78, pero pocos se animan a acusar a los jugadores de ser parte de aquella presunta estafa deportiva. Fillol, Kempes, Luque, Bertoni, Pasarella y todos los demás ¿eran malos deportistas? Todo lo contrario: ellos formaron parte de la mejor generación de futbolistas de todos los tiempos a nivel mundial. Sin embargo muchos sospechamos que la dictadura presionó o sobornó a los peruanos para que se dejaran ganar y de ese modo permitieran que la Selección Argentina pasara a la instancia siguiente y finalmente obtuviera el Mundial 78.

Ante la merma de sponsors privados, los organizadores de competencias ciclísticas recurren a buscar aportes estatales. Las carreras de bicicletas sirven para atraer turistas, para entretener a los aficionados locales aburridos en verano y también para mostrar en la tapa de los principales diarios del mundo los logros del gobierno. Es por todo eso que hace siete años Alberto Rodríguez Saá decidió financiar con dinero público la mayor carrera de bicicletas de Latinoamérica, con la intención de proyectar su figura a nivel mundial. De los siete Tours, dos han sido ganados por ciclistas de San Luis (Daniel Díaz es salteño, pero corre para San Luis) y en casi todos hubo puntanos en el podio.

El triunfo del Flaco Alfredo Lucero llegó justo justo cuando el gobierno de San Luis barajaba la idea de que si la organización de la prueba no comenzaba a financiarse con aportes privados, el Tour se terminaba. Con el triunfo de Lucero, los organizadores se aseguraron el entusiasmo gubernamental suficiente como para conseguir el financiamiento no solo del Tour, sino también el sostenimiento económico de un equipo continental de ciclismo. La ecuación es simple: triunfos de etapas para los figurones extranjeros (con la intención de repiquetear todos los días en las portadas de los diarios), la general para alguno que venda mucho (por ejemplo Vincenzo Nibali o Levy Leiphaimer), siempre un puntano en el podio y cada tanto que quede una general en casa. Desde luego que para que todo este esquema de conveniencias funcione, los ciclistas de San Luis deben pedalear al mismo nivel que los demás, de lo contrario no hay arreglo que los salve.

Una anécdota ocurrida en el Tour de 2012 grafica los intereses publicitarios ocultos detrás de los triunfos: en la etapa que el año pasado finalizó frente al Improfop de Juana Koslay, ganó el italiano Francesco Chicchi, gregario del fenomenal Tom Boonen. Luego de un embalaje
escalofriante, lanzado a más de 70 kilómetros por hora, a la raya final llegaron Chicchi y su compañero Boonen “cabeza a cabeza”. La idea del equipo Omega Pharma era que Chicchi debía llevar a Boonen hasta 30 metros antes de la meta y abrirse para que Boonen ganara seguro, pero Chicchi no llegó a apartarse y el envión de este hizo que Boonen no llegara a superarlo visiblemente. Los comisarios dieron como justo ganador a Chicchi, pero fueron notables las presiones a las que Davide Bramati (director del Omega Pharma) sometió a los comisarios, porque el equipo necesitaba que a toda costa ganara Boonen. El triunfo de Boonen iba a la primera plana de los diarios europeos, pero el de Chicchi (igual de valioso para el equipo, a fin de cuentas) solo significaría una mención menor y sembraría la duda respecto al verdadero poder de fuego de Boonen, uno de los líderes del Omega.

La palabra “arreglo” traducida significa que el Estado pone la plata para la carrera pero exige que cada tanto las condiciones de competencia se flexibilicen para los ciclistas locales. Una versión salida de muy buena fuente fortalece la sospecha de que aquella victoria del Flaco Lucero no fue fruto de la casualidad y de su superioridad por sobre los demás competidores, sino que algunos aseguran que el Gobierno puso 30 mil dólares (ante el pedido de la Federación Argentina) para que, luego de aquella fuga titánica del Flaco, los demás equipos no lo atacaran. Los hermanos Curuchet son conocidos por esta clase de acuerdos y hace unos 10 años protagonizaron una polémica en plena Vuelta a San Juan cuando Edgardo Simon (del equipo de los Curuchet) comandaba la general y los hermanos hoy enquistados en la Federación Argentina le dieron la orden de “ir para atrás”, para que la Vuelta fuera ganada por el sanjuanino Oscar Villalobos. Simon se negó y fue echado del equipo.

La fuga del Flaco Lucero se parece bastante a la fuga de Emanuel Guevara en el Tour que finalizó hace una semana. La fuga de Emanuel deja demasiadas preguntas sin respuesta razonable. Guevara –el regalón del Alberto- en la etapa que se largó en Tilisarao y terminó en Terrazas del Portezuelo sufrió de vómitos, fue asistido por la ambulancia y el equipo evaluó por momentos que abandonara la prueba; luego en la trepada de Río Grande a Nogolí, Emanuel perdió 30 minutos, pero en la etapa que incluyó la subida al Amago con final en Carolina, Guevara llegó a tener casi 20 minutos de ventaja sobre un pelotón perseguidor que rodaba sospechosamente relajado, justamente en un Tour donde el pelotón nunca consintió fugas que superaran los 5 minutos. Además resulta difícil de creer que Dani Díaz se haya escapado del grupo de Alberto Contador, Tejay Van Garderen, Jurgen Van den Broeck, Alex Diniz, Mauro Santambrogio, Vincenzo Nibali y el más selecto pelotón de escaladores del planeta, sin que ninguno haya siquiera amagado salir a buscarlo, más aún sabiendo que adelante lo esperaba Emanuel Guevara para ayudarlo en la trepada. Supongamos que Dani Díaz estaba mejor preparado que los europeos (recién saliendo ellos del inverno) y que se les adelante en la trepada, pero es raro que luego en el terreno sinuoso de Pampa de la Invernada entre los cinco que perseguían (Contador, Ven Garderen, Van den Broeck Alex Diniz y Mauro Santambrogio) no lo hayan podido conectar.

El triunfo del San Luis Somos Todos llega luego de que en el Tour 2012 las cosas para el equipo continental terminaran con Dani Díaz en el podio, pero con dos ciclistas expulsados. Claudio Claveles fue echado de la carrera por ir colgado de una moto de la policía y Emanuel Guevara fue expulsado por trenzarse a trompadas con integrantes de la Selección de Colombia. La gresca de Guevara, originada a pocos metros de la rotonda del Durazno (donde Alberto Rodríguez Saá tenía previsto bajar dos veces la bandera a cuadros para coronar al ganador final de las metas sprint), se produjo cuando el ciclista de San Luis fue derrotado por un colombiano en la última meta sprint de la carrera.

Guevara luego aseguró que los
colombianos lo habían hostigado durante toda la etapa y que le habían tendido una emboscada para ganarle. Alberto Rodríguez Saá de inmediato apoyó por completo la versión de los puntanos y acusó a los colombianos de deslealtad. Por estos días, luego del resonante triunfo del SLST, Rodríguez Saá recordó aquella pelea y mantuvo su postura de que todo fue producto de una descabellada y cinematográfica conspiración entre los colombianos y la Federación Argentina, para que los ciclistas puntanos no fueran incluidos en el equipo olímpico nacional. La idea aparente de Rodríguez Saá era que los demás equipos argentinos tenían la obligación de ayudar al San Luis Somos Todos, y eso no ocurrió, sino todo lo contrario: Maxi Richezze (quien en 2012 corrió para la Selección Argentina) le arrebató en aquella oportunidad a Emanuel Guevara puntos valiosos ganándole algunos embalajes decisivos.

Un tercer escándalo terminó de empañar el Tour 2012, cuando apareció una foto que muestra a un ciclista del San Luis Somos Todos corriendo la contrareloj individual metido a rueda de otra moto de la policía, falla gravísima que merecía castigo por parte de los jueces de la competencia, los cuales evidentemente miraron para otro lado por temor a la ira del gobierno, ya que el gobierno necesitaba puntanos bien ubicados en el clasificador. Los policías involucrados en ambas trampas, dijeron luego que “tenían orden de ayudar a los ciclistas de San Luis”. La culpa en la maniobra que favoreció a Cristian Martínez no es del todo del ciclista, sino que el policía nunca debió mantener la moto tan cerca de la bici durante tanto tiempo. Cristian es hijo de Andrés Martínez, ex presidente de la Federación Sanluiseña de ciclismo y también gestor a cargo de los trámites del Tour ante las oficinas gubernamentales. El fotógrafo que tomó la imagen del puntano escondido detrás de la moto (a la vista del público, el cual luego se quejó abiertamente a través de las radios), este año no consiguió hotel gratis como sí consiguió la mayoría de los periodistas que cubren el Tour.

Claudio Claveles -el que fue echado por ir agarrado de la otra moto policial- es una especie de personal trainer de Delfina Frers, y luego de aquella expulsión en 2012 ha quedado en el equipo en calidad de ñoqui con contrato hasta diciembre de 2013. A pesar de haber sido echado de la carrera de la peor manera, en noviembre del año pasado el Gobierno de San Luis le entregó al club de Claveles un subsidio de 200 mil pesos para la organización de la Gran Fondo Tour de San Luis, carrera en la que el sujeto en cuestión solo entregó el diez por ciento del dinero recibido, es decir: apenas 20 mil pesos.

Durante todo 2012, Claveles se dedicó a conspirar contra el actual técnico del equipo, para desbancarlo y quedarse con el cargo de técnico y de manager, con la intención de manejar los más de cinco millones de pesos de presupuesto con los que cuenta el equipo, pero hasta ahora la presión del ciclista allegado a Delfina Frers no fructificó debido a la resistencia de los demás corredores, quienes aseguraron que si Claveles era designado, el equipo en pleno renunciaba de inmediato. Ante el fracaso para echar al técnico del SLST, Delfina y su personal trainer entonces le presentaron a Poggi un proyecto para conformar un equipo continental femenino y para organizar un Tour idéntico al Tour Internacional, pero disputado por mujeres.

A mediados del mes de agosto de 2012 Alberto Rodríguez Saá efectuó unas declaraciones que levantaron polvareda, en las que acusó a la selección argentina de perjudicar al equipo continental de San Luis. La selección argentina depende de la Federación Argentina, la cual es manejada desde hace 10 años por los hermanos Curuchet. Los Curuchet hicieron muy buenos negocios en San Luis pero hace poco cayeron en desgracia y Alberto Rodríguez Saá los acusa de discriminar a los puntanos negándose a incluirlos en la selección argentina.

Hasta hace dos años las decisiones respecto al Tour eran tomadas en conjunto por el italiano
Giovanni Lombardi y por los hermanos Curuchet, pero según sostienen algunos la relación entre los Curuchet y Lombardi se habrían enfriado en los últimos tiempos. Lombardi fue campeón olímpico y corrió ocho Tours de Francia, además de correr en los principales equipos del mundo entre el 95 y 2005, lo que le garantiza aceitados contactos con la Unión Ciclista Internacional y con los principales equipos. Además Lombardi es representante de corredores, entre los que se cuentan Ivan Basso, los hermanos Shleck y los hermanos Haedo. Lombardi es un profesional obsesivo que incluso sanciona a los auxilios cuando superan los límites de velocidad establecidos para apurar el regreso luego de los finales de etapa.

A fines de diciembre de 2012 la organización del Tour de San Luis dio a conocer la lista de equipos invitados la cual, sorpresivamente, excluía a los equipos colombianos. Colombia es una potencia ciclística americana indiscutible y sus corredores son permanentes animadores de todas las carreras en las que participan, razón por la cual en todos los Tour hubo equipos colombianos. En 2012 participaron del Tour la Selección de Colombia, Colombia Col Deportes, Comcel y GW Shimano, pero en 2013 ninguno de esos equipos fue convocado. Mientras los organizadores del Tour de San Luis ignoraban a los colombianos para no enojar al Alberto, la organización del Giro de Italia sí convocó a Colombia Col Deportes a disputar una de las tres competencias más importantes del mundo. Consultado Giovanni Lombardi respecto a las razones de la exclusión, el italiano dijo desconocerlas, pero orientó públicamente el pedido de explicaciones hacia los hermanos Curuchet, quienes, caídos en desgracia, buscarían posicionarse nuevamente en listas de invitados a las recepciones del Durazno consintiendo los caprichos de Rodríguez Saá.

Hace aproximadamente un mes, Emanuel Guevara publicó en Facebook su decepción a raíz de que, según él, la empresa Shimano había incumplido con la promesa de abastecer al equipo con repuestos de primera calidad y solo, según sus propias palabras, había mandado “repuestos usados”. De acuerdo con una fuente de Shimano Colombia consultada por el periodista colombiano Luis Barbosa, la versión de la empresa japonesa es que “En cuanto al San Luis Somos Todos, este ha sido apoyado desde Argentina (Shimano tiene una oficina en Buenos Aires) y ante los problemas/trabas de importación no nos fue posible darles grupos Dura Ace (además porque la nueva generación de este producto esta en plena etapa de lanzamiento mundial) hemos provisto al equipo de material Ultegra, de versión actual, y completamente nuevo (sin uso). Incluso fabricado en los últimos meses del 2012. El otro equipo Argentino (Cascos Naranjas), poseían exactamente el mismo material”. Cabe preguntarse entonces porqué las bicicletas del San Luis Somos Todos este año fueron presentadas con las mismas piezas con las que contaban el año anterior, presentación que contrastó abiertamente con las flamantes bicis de los “Cascos Naranjas” de Wálter Pérez.

Además la fatiga del material del equipo puntano quedó en evidencia cuando en la primera etapa Emanuel Guevara perdió cinco minutos por problemas con los cambios de su bici. Conjugados todos estos elementos, resulta entonces llamativo el arrasador triunfo del equipo de San Luis en el Tour que acaba de finalizar, no porque los ciclistas de San Luis no estén en condiciones de obtener buenos resultados, sino porque las necesidades de mantener el negocio probablemente hayan ayudado a decidir el inesperado triunfo.

También es sospechoso el manejo que la Federación Argentina realiza sobre las muestras destinadas a los análisis antidoping, ya que es raro que en siete Tours de San Luis nunca hubo un solo infractor a las normas antidopaje. La principal luz de alarma surgió en 2011 cuando el chileno Marcos Arrigada ganó el Tour contra todos los pronósticos y una semana después dio positivo en varias etapas de la Vuelta a Chile. La clave estaría en que el Tour de San Luis envía las muestras para
que las analice un laboratorio de Cuba, mientras que la Vuelta a Chile las envía a un implacable laboratorio situado en Los Ángeles, Estados Unidos.

El Tour es unos de los escasos eventos organizados por el Gobierno que casi no tiene imagen negativa, salvo la verdad de perogrullo de que ese dinero podría destinarse a áreas urgentes como seguridad, salud y educación. El Gobierno asegura que el Tour es una inversión que fructifica en movimiento económico para el comercio en general, pero nadie se anima a decir con certeza cuánto costó este año traer a San Luis casi la misma grilla de corredores que disputarán el Tour de Francia en el mes de julio. Los más conservadores aseguran que la cifra supera con creces los tres millones de dólares.