Ocupas de la ex cerámica San José denunciaron feroz represión policial

Fue durante un allanamiento. Las víctimas radicaron las denuncias en la Dirección de Derechos Humanos.

Luego del allanamiento a la ex Cerámica San José, las denuncias por destrozos, robos, abusos y agresiones físicas y psicológicas por parte de la Policía provincial se multiplicaron en la Secretaría de Derechos Humanos. Este miércoles, una comitiva del organismo municipal recogió los testimonios de las familias que habitan la fábrica abandonada con el objetivo de presentar ante la Justicia un recurso de amparo y denunciar el accionar negligente de la jueza Penal 3, Virginia Palacios.

“Tomamos todos los datos de las personas damnificadas porque vamos a realizar una acción de amparo para que esto no vuelva a suceder y demostrar el accionar totalmente negligente de la jueza Virginia Palacios que para investigar un delito que supuestamente realizó una o dos personas, mandó a allanar a 25 familias. Esta medida estigmatiza a las personas que viven en la fábrica y además se han cometido destrozos, robos de celulares y computadoras, más el hecho grave de que los niños han visto todo el accionar policial como forma de agresión estatal”, expresó el abogado José Olguín, quien junto al titular del observatorio de derechos humanos de la Municipalidad, Wences Rubio, estuvo en la fábrica.

“Nos rompieron lo poco que teníamos y nos llevaron celulares y dinero que habíamos ahorrado”, dijo entre llantos Patricia, mamá de tres niños y trabajadora del cartón junto a su marido. “Los chicos escucharon tiros, gritos y vieron como les pegaban a sus padres; nos rompieron los paquetes de fideos, el resto de la mercadería, nos destrozaron todo”, contó esta mujer que hace seis años vive en la planta ubicada entre las calles Mendoza, Belgrano, Rawson y el Corredor Vial, y que en la década de los ´70 le supo dar trabajo a 700 operarios.

El martes a la madrugada, mientras la mayor parte de la ciudad dormía, una tropa de sesenta efectivos armados, con perros y encapuchados ingresó violentamente a la fábrica abandonada en busca de armas, drogas y elementos robados. Fueron detenidas 17 personas y se secuestraron armas, municiones, granadas de humo y elementos de dudosa procedencia.

“Nos encerraron con los niños en un pieza y no nos dejaron salir. Muchas mamás necesitábamos los pañales o darle de comer a nuestros hijos y no podíamos. Lo único que escuchábamos era tiros y rezábamos para que a nadie le pasara nada malo”, contó. Su marido Carlos estuvo detenido unas horas pero recuperó su libertad este miércoles al mediodía. Es uno de los famosos en la cerámica porque apareció en el informe de Daniel Malnatti.

“Vivimos acá porque somos pobres y no tenemos para pagar un alquiler”, reafirmó Patricia. En lo que es ahora su casa funcionaba un horno. Las paredes tiznadas y el olor, que todavía impregnan por el aire, así lo demuestran. Grandes plásticos separan una habitación de la otra y aunque se esmera para calefaccionar con cartones y leña la pieza, el frío no le da tregua.

“A uno de los nenes le apuntaron con el arma, eso no es de un allanamiento. Los policías entraron con furia acá. Somos gente humilde que no tenemos para pagar un alquiler pero no somos delincuentes”, relató José. Muchos de los testimonios coincidían en que la Policía, entre gritos y forcejeos, les decía que tenían una semana para irse sino iban a volver a sentir el rigor.

“Nos patearon la puerta, nos dieron un itakazo y nos tiraron de un horno a otro desde cuatro metros de altura. Todas esas cosas que encontraron ellos las plantaron. Lamentablemente, vivir acá es sinónimo de discriminación y ahora con esto no vamos a poder salir a la calle. Entraron a los tiros sin darse cuenta que acá hay muchos chicos”, contó Pablo, un joven de 25 años que se gana la vida como lavacoches sobre la avenida Illia, como la mayoría de los que viven en la
cerámica.

En su espalda, como tatuajes, todavía le quedan las marcas de las cachiporras. “Me pegaron por todos lados, pero lo que duele es que nos traten como delincuentes cuando acá el que no limpia coches es cartonero, pero todos mal que mal trabajamos”, dijo.

 

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