Qué son, cuánto se debe consumir por día, de qué se tratan la intolerancia y la alergia que generan y cuáles son los mitos en torno a sus efectos.

Los lácteos son un grupo de alimentos compuestos por agua, proteínas, grasas, hidratos de carbono, vitaminas, minerales y sales entre los que se encuentran la leche, el yogur y el queso. Para todos los mamíferos la leche constituye el alimento básico y fundamental en su primer período de vida. Desde el punto de vista nutricional la leche y los productos lácteos constituyen un grupo de alimentos completos y equilibrados gracias a su mezcla en equilibrio de sus componentes.

Este grupo de alimentos proporciona un elevado contenido de nutrientes en relación al contenido calórico. Su composición es muy equilibrada, con una mezcla de proteínas de alto valor biológico, grasas e hidratos de carbono (la lactosa), vitaminas liposolubles y minerales, especialmente calcio y fósforo. Constituyen excelentes alimentos para la población en distintos momentos de su vida, considerando tanto su densidad nutricional como el agrado por su consumo que tienen en general todas las edades y la facilidad para incorporarlos en diversas preparaciones. Sin embargo, considerando las características de salud de la población, es recomendable el uso de productos lácteos reducidos en su tenor graso y de sal sobre todo en la vida adulta.

La leche constituye una excelente fuente de calcio, de forma que, en nuestra sociedad, los lácteos son el grupo de alimentos que más contribuye a alcanzar los requerimientos diarios de este mineral.

La única desventaja de su consumo es que la persona tenga alguna intolerancia o alergia.

¿Cuánto se debe consumir por día?

Un vaso de 240 ml de leche fluida de vaca aporta el 23% de las recomendaciones dietéticas diarias de calcio para un adulto mayor; cifra similar a la encontrada en una tajada de queso blanco de 30 gramos o en un vaso de yogur. También es una fuente importante de zinc, fósforo y vitaminas.

Por todo ello, se ha establecido una recomendación de ingesta de 2 a 4 raciones diarias de lácteos (una ración son unos 200 cc), en función de la edad y estado fisiológico (embarazo, lactancia, etc.). Para ello se pueden utilizar los distintos productos de este grupo alimentario (leche entera, leche desnatada, yogur, queso, etc.), en función de las peculiaridades de cada persona, su edad y su estado de salud.

En los niños, los adolescentes y la mujer embarazada se recomiendan consumir mayor cantidad.

Intolerancia a la lactosa

La lactosa es el azúcar de la leche, así como el azúcar común químicamente es llamado sacarosa, el azúcar natural de la leche es la lactosa. Al ser un azúcar, o hidrato de carbono compuesto por dos moléculas, en el intestino debe degradarse antes de ser absorbido. Para ello el organismo, en condiciones normales, produce una enzima que se encarga de ese proceso que se llama lactasa.

En situaciones en las que se produce poca o ninguna cantidad de la enzima lactasa, se genera una imposibilidad de digestión o degradación de la lactosa. De esta forma, cuando la ausencia de lactasa impide al organismo asimilar la lactosa, se produce un cuadro clínico representativo como manifestación a esta incapacidad de responder adecuadamente a su presencia en el conducto digestivo.

Puede existir de manera primaria, o sea que ya está determinada en cada individuo, o puede ser secundaria o transitoria, cuando surge luego de ciertas circunstancias como la toma de algunos medicamentos, infecciones intestinales o desnutrición.

¿Cómo se reconoce?

Los síntomas de este padecimiento suelen surgir tras la ingesta de productos lácteos o alimentos que los contengan en su composición. Dependiendo del nivel de
deficiencia de lactasa y la cantidad de alimento ingerido, la magnitud y número de síntomas pueden variar de una persona a otra o, incluso, en diferentes situaciones. Algunos son: cólicos abdominales, distensión abdominal, mala absorción, meteorismo (gases), pérdida de peso, crecimiento lento (en niños), diarrea.

El diagnóstico se hace luego de un exhaustivo interrogatorio dirigido por un especialista y con tests específicos que lo confirmarán.

¿Por qué algunos bebés tienen alergia a la leche?

La alergia a la leche suele ocurrir por primera vez cuando los bebés reciben una fórmula elaborada con leche de vaca o cuando, a través de la leche materna, se exponen a la leche de vaca que toma la madre. Entre el 2% y el 3% de los bebés y niños pequeños se ven afectados por esta alergia.

Las proteínas que contiene son las que provocan esta alergia, a la caseína, a la proteína del suero o a ambas.

Las reacciones son muy variadas, desde generalizadas con erupciones en piel e incluso manifestaciones respiratorias hasta manifestaciones digestivas con diarrea, distensión, etc. Toda sospecha debe ser confirmada y manejada por un profesional de salud.

El mito de que los lácteos engordan

Los lácteos no engordan “porque sí”, esto es un mito. Para algunos autores incluso el lácteo es un excelente elemento para acompañar a nuestras dietas para reducción de peso. Lo que sí es importante es una adecuada selección según su contenido en grasa.

¿Qué son los lácteos diet, light y bajas calorías?

Los alimentos diet (que en inglés significa dietético) no son sinónimo de bajas calorías, se trata de productos cuyos componentes se han modificado, ya sea porque tienen menos hidratos, más proteínas, menos grasas o un aumento de minerales en su composición. O sea, puede aplicarse a cualquier producto que ha variado su composición química. Por ejemplo, existen muchos yogures y leches cultivadas diet. En estos casos suele coincidir con una reducción de calorías como consecuencia de menores porcentajes de grasas e hidratos de carbono. Por lo general, no incluyen azúcar agregada y pueden estar fortificados o no (por ejemplo con calcio).

En otros productos podemos ver que lo reducido en calorías o bajas calorías pueden dar aproximadamente la mitad de calorías que el alimento original (por ejemplo mermeladas y mayonesas) mientras que los “light” brindan una reducción calórica no tan marcada (sólo 20% menos que las clásicas), aunque a veces esta denominación refiere a una reducción de calorías aún menor.

Lo más recomendado es que el consumidor aprenda a leer e interpretar las etiquetas de los alimentos a ingerir.