Tras semanas de investigación, el Ministerio de Salud finalmente se acerca a una conclusión con respecto a la muerte de Vanesa Schvedt, la joven de 29 años que murió en la maternidad Teresita Baigorria el pasado 29 de octubre a causa de un profuso sangrado que le terminó produciendo un shock hipovolémico.
En este marco, La Gaceta habló ayer con el ministro de Salud, Marcelo Riera, para tratar de confirmar un dato proporcionado por una fuente de este medio, el cual contempla la posibilidad de que la muerte de Schvedt se haya debido a un acretismo placentario, un cuadro médico de alta complejidad que requiere de una gran preparación previa al parto para evitar que la mujer muera tras el alumbramiento. “Una de las presunciones es que haya habido una placenta ácreta”, confirmó el ministro, quien luego procedió a explicar en qué consiste esta complicación.
“El acretismo es cuando la placenta se implanta, se agarra del útero y comienza a invadir la parte muscular del útero. Entonces, cuando la placenta se desprende, como todos esos vasos sanguíneos son de mayor calibre, el sangrado indudablemente es significativo”, explicó Riera. Cabe destacar que esta complicación, en el 30% de los casos, conduce a la muerte de la madre.
La clave para tratar este cuadro es tener un diagnóstico previo y que los médicos que atiendan el parto sepan exactamente con qué están tratando y estén preparados para esta complicación. Sin diagnóstico previo, la práctica más común, cuando se presenta esta complicación, es remover la totalidad del aparato uterino, lo que, en caso de que la mujer sobreviva, la deja completamente estéril y menopáusica. Según confirmaron sus familiares, a Vanesa estaban por removerle el útero cuando falleció a causa del profuso sangrado.
“Se sospecha de una placenta ácreta macroscópicamente. Cuando el útero se abre, esto ocurre en el ámbito de la autopsia, se observa el sitio donde la placenta estuvo implantada y uno ahí puede sospechar la posibilidad de acretismo que lo tiene que terminar de confirmar la anatomía patológica”, explicó el ministro, estimando que este resultado va a conocerse a fines de esta semana o durante la próxima.
De igual manera, Riera explicó que además se estudia la posibilidad de que también se haya presentado un cuadro de atonía uterina, “la cual está descripta en la mayoría de los profesionales que han intervenido”. Este cuadro podría presentarse por sí solo o junto al acretismo.
“El útero, cuando el bebé es expulsado, queda de gran tamaño, pero comienza a contraerse porque es un músculo. Entonces, al contraerse el sitio donde estuvo inserta la placenta, esos vasos, que son numerosos, se comienzan a contraer también y no hay sangrado. Cuando hay atonía, lo que ocurre justamente es que el útero no se contrae y hace todo el efecto adverso, se transforma como en una esponja y esa sangre, donde la placenta estuvo inserta, queda dentro del útero. Por eso lo primero son las maniobras de compresión externa sobre el útero y maniobras de compresión intravaginal y después con maniobras como el legrado”, aclaró el ministro sobre la atonía uterina.
“Una de las presunciones es que haya habido una placenta ácreta, pero que sea un acretismo, de los niveles y grados, de un cuadro leve. Que no por ser leve no significa que no vaya a producir sangrado. De igual manera lo puede producir y eso es lo único que tendríamos que esperar, partiendo de la premisa de que ya hay una causal que es la atonía uterina, que es ese útero que no responde adecuadamente”, continuó Riera, dando a entender que se podrían haber dado ambas complicaciones.
De confirmarse un acretismo placentario, las dudas sobre el caso ya no caerían tanto sobre los médicos que atendieron a Schvedt en la maternidad, sino sobre quienes efectuaron el seguimiento de su embarazo en el Hospital del Norte, donde ella se hacía atender, y que no lograron diagnosticar esta complicación. Al respecto, Riera señaló que
Schvedt realizó 10 controles durante todo su embarazo, el cual estaba catalogado como de bajo riesgo.
Según diferentes sitios web médicos, el mejor método de detección de este cuadro es la ecografía transvaginal. En caso de que la misma no sea concluyente, se recurre a una resonancia magnética. No obstante, Riera remarcó que “los acretismos leves prácticamente no tienen una detección ecográfica”.
Otro punto que destacó Riera fue que se está terminando de analizar documentación en virtud de los protocolos de la maternidad; y que todos los profesionales de la salud que intervinieron ese día, más los jefes de servicio y la directora de la institución, Adriana Pérez, ya pasaron por la Asesoría Legal del Ministerio. “Esto marca un hecho histórico. Nunca se había hecho una investigación interna de un acontecimiento de muerte en el ámbito del Ministerio”, concluyó el ministro de Salud.