Esta mañana, un proyecto de ley para que el Gobierno provincial efectúe la compra de acelerador lineal 3D para la ciudad de Villa Mercedes fue aprobado por unanimidad en la Cámara de Diputados. A pesar de que había acuerdo, el debate incluyó dos horas de peleas y acusaciones políticas entre los distintos bloques de la Cámara Diputados.
El proyecto en cuestión nació de una iniciativa de la licenciada Gabriela Botino, una vecina de Villa Mercedes que luego de que su esposo muriera de cáncer, y habiendo sufrido el enorme desarraigo que implica el tratamiento en otra provincia, juntó más de 28 mil firmas para solicitarle al Gobierno provincial que realice la compra de este acelerador lineal.
Normalmente, estos proyectos son presentados como declaraciones, que generalmente manifiestan que “se vería con agrado” que el Poder Ejecutivo compre tal o cual cosa o que haga una determinada obra. Este proyecto fue presentado inicialmente como una declaración, pero a último momento se lo cambió a proyecto de ley, algo que fue muy criticado por los legisladores albertistas, y así adquirió muchísimo más peso.
El debate comenzó con la diputada Lucrecia Santos señalando que la Organización Mundial de la Salud establece que se necesita un acelerador lineal por cada millón de habitantes, pero que eso es un piso y no un techo. Luego siguió Elena Pastor, quien tiró el primer palo de la jornada. “Si tenemos el dinero suficiente en la provincia como para hacer una réplica de la Casa de Tucumán o del Cabildo, ¿como no vamos a tener un acelerador lineal en la ciudad de Villa Mercedes?”, dijo la diputada de San Luis Unidos.
De igual manera, legisladores como Alejandro Cacace y Pablo Zamora volvieron a enfocar la discusión en la enorme labor de Bottino a la hora de recolectar la friolera de 28 mil firmas y en lo necesario que es ese acelerador lineal. “Es verdaderamente una iniciativa popular y como reclamo de la ciudadanía es que le tenemos que dar este inmediato tratamiento”, dijo el presidente de San Luis Unido.
Pero de a poco, la cosa se fue desvirtuando, especialmente con las acusaciones que realizaban los legisladores adolfistas que, durante todos los años en que los hermanos Rodríguez Saá estuvieron unidos, nunca osaron cuestionar la salud provincial. Si bien dijeron muchas cosas que son ciertas, como los faltantes que hay en el interior en materia de equipamiento y profesionales, se enfocaron cada vez más en estas denuncias y no en el tema que se estaba tratando.
Y de ahí en más, todo fueron proclamaciones de a quién le importaba más la salud pública, acusando a los bloque contrarios de que ellos no se preocupan de verdad por la salud pública. “No hay que ser hipócrita o querer levantar la bandera de que son los únicos que se preocupan por la salud”, dijo el adolfista José María Escudero; mientras que desde el albertismo destacaron el reciente Centro Oncológico Integral y se fueron por las ramas con críticas hacia el Gobierno Nacional por el recorte en medicamentos para enfermos de VIH/SIDA.
Sin lugar a dudas, la contestación más contundente vino por el lado del albertista Luis Martínez, quien le pidió disculpas a Botino y le dijo que estaba siendo utilizada políticamente. Acto seguido, recordó un proyecto muy similar que fue presentado por un diputado que por aquel entonces pertenecía al Frente para la Victoria.
“Se lo rechazaron porque el proyecto era de otro. Realmente no les importó el proyecto en sí mismo. La cuestión era simplemente rechazarlo. Como van cambiando las cosas. Resulta que ahora se vuelve recontra importante, cuando en otro momento lo negaron y lo ningunearon porque simplemente y políticamente venía suscripto por otro legislador. Es necesario entender que estos legisladores que hoy vienen desesperados por el proyecto, son los mismos legisladores que, porque el proyecto era de otro, dijeron que no”, dijo Martínez, quien primero habló en tercera persona, pero luego se incluyó en el grupo de diputados que rechazó ese proyecto.
No obstante la acertada respuesta, el debate continuó por varios minutos, e inclusive se pidió la votación nominal del proyecto, lo cual no terminó haciendo falta, ya que el mismo fue aprobado por unanimidad.
De igual manera, todavía queda la batalla del Senado, el cual, a diferencia de la Cámara de Diputados, es controlado por el albertismo. Si bien los legisladores oficialistas aprobaron este proyecto, hay varios antecedentes de proyectos aprobados por unanimidad en Diputados y que luego fueron congelados hasta perder estado legislativa en el Senado.