Santiago Aurand, ingeniero agrónomo y trabajador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) durante más de dos décadas, fue despedido hace 15 días mientras se encontraba con una licencia psiquiátrica por largo tratamiento. Además, el organismo le exige ahora el pago de una supuesta multa de 55 millones de pesos por haber seguido trabajando como docente durante ese período. Este jueves, en una conferencia de prensa brindada en ATE San Luis, denunció una maniobra perversa impulsada por autoridades provinciales del INTA y vinculó su situación con una política sistemática de vaciamiento y persecución en el Estado nacional.
“Fui despedido por una supuesta incompatibilidad laboral, por una licencia de largo tratamiento que yo tenía en el INTA, me hicieron un sumario con el cual me despiden y me quieren hacer pagar una multa de 55 millones de pesos”, denunció Aurand, destacando “toda una mala intención por parte de las autoridades provinciales del INTA, que es el director en este momento, Hugo Bernasconi”. “Yo a esta persona que me urdió un sumario por mis espaldas lo conocí cuando tenía un Renault 5 y nos íbamos al campo a trabajar juntos”, añadió.
Según relató Aurand, la acusación se basa en un decreto de 1979 que prohíbe a un trabajador con licencia seguir prestando servicios en otro empleo. “Yo estaba con una licencia psiquiátrica reactiva. Significa que vos tenés un problema psicológico en tu lugar de trabajo por la toxicidad laboral que implicaba mi trabajo en el INTA. Los certificados eran aprobados en el INTA”.
Durante ese período, de aproximadamente un año, continuó con su trabajo como docente en una escuela de San Francisco del Monte de Oro, localidad donde vive. “Mi psiquiatra me dice que es reactivo ese tipo de licencias, donde vos tenés un problema puntual en una cosa. Ella me dice: en el colegio todo bien, mis directores están al tanto de todo. Todos saben en San Francisco quién soy yo, y estos personajes también saben quién soy yo. Y quizás por eso pasó lo que pasó. Cuando empiezan estos movimientos de lucha, te sacás de encima a un tipo que no se te va a quedar callado”.
Sobre la cifra millonaria que le exigen devolver, aseguró: “Se supone que si yo trabajé ese año en la escuela, pero en el INTA no, desfalco al Estado. Pero 55 millones de pesos yo no los gano ni en 4 años de trabajo. Agarran todo. Hablan con el Tesoro Nacional y sacan esta cifra sideral que no la puede explicar nadie”.
Aurand también apuntó contra otro de sus superiores: “El Coordinador de Área, Guillermo López, es una persona que ya tiene 70 años y no se jubila porque no lo quieren hacer jubilar porque no le dan los años de aporte. Esa persona es la que coordina las agencias de extensión rural del INTA. No sale nunca a terreno. Entonces tenemos un área de extensión del INTA que abarca 5 agencias completamente desarticuladas”.
Denunció que el hostigamiento laboral comenzó tras el cambio de autoridades: “Yo fui durante 5 años jefe de la Agencia de Extensión Rural del INTA y soy extensionista. Los extensionistas somos las personas que trabajamos en el campo con los productores. Durante 9 años me saqué en el INTA un ‘superó’ como clasificación. A partir de la entrada de estos muchachos, empiezo a sacarme ‘alcanzó’. Yo nunca me calló las cosas, entonces han hecho una serie de cosas incoherentes”.
También cuestionó duramente la gestión de las capacitaciones del organismo. “Yo, aparte de ser ingeniero agrónomo, tengo una maestría en sociología agraria. El INTA gastó, porque es así, gastó en mí un montón de plata para que yo me especializara. Por 3 años me fui de San Francisco del Monte de Oro, en micro, a la ciudad de Neuquén a hacer la maestría. Estas dos personas arrancaron haciendo una maestría y no la terminaron nunca. Entonces, si yo tengo que devolver 55 palos, que devuelvan ellos los pasajes. Porque ellos se iban en avión. Y ellos hoy son jefes. Son jefes y no terminaron sus estudios, y el INTA se los bancó”.
Aurand explicó además que la Oficina de Medicina Laboral del INTA lo convocó a reuniones virtuales para evaluar su situación médica, pero lo hicieron a su correo institucional, al que no accedía mientras estaba de licencia. “Me mandaban un correo electrónico a mí, con copia a López, a Bernasconi, a la asistente de Recursos Humanos”, contó el ingeniero despedido, señalando que en esos mails pedían que le avisaran de las reuniones, cosa que Bernasconi y López nunca habrían hecho. “No me avisaban. Entonces estaban en Buenos Aires tres personas, en Villa Mercedes dos personas, y Santiago no estaba. Pero Santiago no estaba porque no quería estar. Santiago no estaba porque no se enteraba”, comentó.
“Todas esas cosas las toman para urdirme un sumario que tuve que contratar a abogados privados, que me dijeron que es ilegal. Porque los sumarios se hacen en el lugar del hecho y no a 900 kilómetros. Esas abogadas (del INTA) estaban tomando mate muy tranquilas en Buenos Aires. Ahora tenemos abogados y médicos, pero ingenieros agrónomos tenemos menos en el INTA”, concluyó.
Aurand cerró su testimonio con una fuerte reivindicación del rol del INTA y de los trabajadores del Estado: “La cabra no elige de lunes a viernes para parir. El maíz no elige el día que tiene que regarse. Los técnicos que trabajamos o que trabajábamos en el INTA no tenemos sábado ni domingo. Para el vulgo de la gente somos una manga de ñoquis. Pero no entienden cuál es la situación y por qué nos llevan a donde nos llevan”.