“Es el cuarto robo en dos meses. Estoy cansada, muy angustiada, preocupada. Soy una trabajadora que con mucho esfuerzo me costó comprar un terreno y que me desvalijen la casa de semejante manera. Que me rompan las cosas con tanta violencia es realmente para temer. Se han llevado hasta mi ropa”, definió Elizabeth Altamirano.
La docente relató que cuando llegó a su propiedad al lunes al anochecer y se percató del robo llamó al 911 pero no entró a la casa por temor, ya que las puertas delantera y trasera estaban abiertas. Una hora después del llamado acudieron cuatro móviles de la Comisaría 7ª.
Los efectivos brindaron contención a Altamirano y su hijo que estaba en estado de shock.
“Había huellas que se veían en las dos puertas. Vino Criminalística y trataron de hacer lo posible. Mi sorpresa fue cuando abrieron el maletín para ver las huellas. Era una risa, parecía un pincel de témpera y un polvito rojo, y me decían que no podían tomar las huellas porque tenían tierra”, relató la docente, quien preguntó al efectivo policial con qué levantaban la huella. La respuesta fue cinta de embalar.
Pero aunque las hullas se hubieran tomado, la Policía no cuenta con una base de datos de huellas dactilares para cotejar.
Cuando los policías se tuvieron que abandonar el lugar por otro hecho delictivo en las cercanías, uno de los efectivos le dijo a la docente que la denuncia la tenía que hacer recién hoy después de las 21 horas para evitar relatar nuevamente lo sucedido, ya que en ese horario están de guardia los policías que asistieron a Altamirano.
Pero otro efectivo le dijo que la denuncia la tenía que hacer en ese momento, “pero no la hice porque estaba muy asustada. No me animaba ni a moverme. Tranquilicé a mi hijo y esta mañana (por ayer) bien temprano fui a la comisaría”, comentó la docente.